En las calles se escucha repetidamente el lema de que un pueblo unido jamás será vencido y cabalmente evitar esa unión, sembrando la profunda división entre los distintos sectores de la población de Guatemala, es el mayor esfuerzo que ahora se hace para consolidar el sistema y evitar que el mandato popular en su contra pueda llegar a concretarse. En realidad, no es algo nuevo y dados los antecedentes históricos, tampoco es nada difícil porque resulta relativamente sencillo ponernos en contra, ya sea apelando a cuestiones ideológicas, de clase o raciales.
La polarización fue el arma que se utilizó para apuntalar el sistema cuando los vicios fueron expuestos y para asegurar que no hubiera cambios en los vicios estructurales, se recurrió a exacerbar el tema de ideología que tuvo sus efectos, incluso en gente honesta a la que lograron enganchar en esos debates estériles. Hoy nuevamente volvemos a ver cómo la polarización genera enfrentamientos, que sumados a la incursión de oscuros actores, ya empezaron a producir derramamiento de sangre y es pasmosa la tendencia de los guatemaltecos a caer en esos juegos.
Mundialmente se ven acciones de polarización, aún en democracias que pueden considerarse consolidadas, porque las mentes perversas saben lo sencillo que resulta poner a unos contra otros con las diferentes teorías de conspiración que ahora se difunden tan rápidamente por redes sociales donde ni siquiera hay que dar la cara para realizar esa maligna propaganda. Y es penoso ver que mientras se afirma que unidos no podrán ser vencidos, esas mentes perversas mueven hábilmente sus piezas para confrontar a la población que, penosamente, cae muy fácil en el juego.
El tema del respeto a la voluntad popular no es ni puede ser un asunto ideológico ni debe generar confrontación por asuntos de clase o de origen racial. Sobre todo cuando esa voluntad fue tan categórica para repudiar el modelo de corrupción e impunidad que llegó a generar una nueva dictadura que logró controlar todas las instituciones para ponerlas al servicio de las mafias que saben cómo exprimir los recursos para su propio beneficio.
No es casual que se produzcan enfrentamientos capaces de provocar derramamientos de sangre puesto que eso es lo que el sistema busca, lo que le conviene para mantenerse es, precisamente, dividir a la sociedad, rompiendo esos entendimientos que se dieron originalmente y de manera espontánea en las elecciones de primera y segunda vuelta.
El llamado a la cordura implica el rechazo a las campañas de odio que buscan dividir a la sociedad; es preciso entender que la unidad no es únicamente un lema callejero, sino que debe materializarse para impedir la derrota de la democracia y que los acuerdos son necesarios para construir la Guatemala que deseamos.