Alejandro Giammattei publicó un mensaje en redes sociales afirmando, con toda la cara, que no estará en el poder ni un minuto más del 14 de enero, para contrarrestar lo que él dice es una “campaña de desinformación”, pero que en la práctica es resultado de lo que hacen las Cortes, esas para las que vale más la palabra del jefe de jefes que la misma ley. Y casi con segundos de diferencia, el diputado Álvaro Arzú Escobar, aliado y figura principal del oficialismo, publicó a su vez que “Cuanta desconfianza genera Giammattei que tiene que salir a aclarar que ¡sí va a entregar el 14 de enero! Por el otro lado, pareciera que algo muy complicado viene y se está vacunando a tiempo. Por el bien de nuestro país, ojalá yo esté equivocado”.
Y es que la razón para desconfiar es clara y absoluta. En primer lugar, ya sabemos que Giammattei no cumple ninguna de sus promesas y esta es una más de la larga lista; pero más importante es que él habla de que quiere la segunda vuelta como estaba prevista, mientras que su partido sigue armando alboroto y sus fiscales (entre ellos un viceministro del gobierno) pegan gritos para exigir que se abran las cajas y se proceda a contar los votos uno a uno, para entrampar el proceso con el obvio fin de que no se produzca la segunda vuelta.
Todo ha sido tan burdo que sin duda la reacción del pueblo, principalmente, y de la comunidad internacional, hacen que Giammattei diga que quiere elecciones, así como hace cuatro años decía que quería acabar con el Parlacén y la SAAS. El problema es que para creer en la palabra del gobernante hay que incurrir en la más absoluta ingenuidad, no solo por sus antecedentes, sino porque la realidad dice otra cosa. Vamos, es pieza fundamental del torpedeo al proceso electoral y la Corte de Constitucionalidad, a la orden de Giammattei, sirvió la mesa para que la Corte de “la Chuchi Valdés”, quien junto a Consuelo Porras se reunían en Casa Presidencial, ordenara al TSE que no vaya a oficializar los resultados.
Que ahora nos vengan a decir que tienen respeto a la independencia de poderes es quererle ver cara de tontos a todos los ciudadanos que saben perfectamente cómo se integró la CC y por qué no se eligieron magistrados, prorrogando el mandato de los actuales casi 4 años más de los que les correspondían.
Arzú, como el partido de Ríos Sosa, fueron consistentes aliados de Giammattei y tienen elementos para dudar de su palabra.