La sorpresa electoral del domingo ha acaparado la atención de toda la gente y se habla del inesperado segundo lugar para el candidato del partido Semilla, que no aparecía en las encuestas que fueron publicadas por distintos medios. Sin embargo, hay un elemento crucial que no se puede pasar por alto porque, junto a ese voto silencioso causante de la sorpresa, el voto nulo constituye una evidente manifestación de repudio a un sistema que se ha cimentado en la captura completa de todas las instituciones para alentar la corrupción y la impunidad.
Es cierto que en medio de la indiferencia de las autoridades electorales, los alcaldes reclutados por el partido oficial hicieron su trabajo, al punto de que Vamos será la fuerza política más grande en el Congreso de la República a partir del año entrante. Las movilizaciones, el acarreo y la compra de votos funcionó sin que el Tribunal Supremo Electoral hiciera el menor gesto para averiguar el origen de esas millonarias sumas que se derrocharon hasta colocar a su candidato presidencial en un tercer lugar, pese a la notable impopularidad de Giammattei.
Pero aun con mayoría parlamentaria la tendrán difícil porque el resultado es una expresión fuerte y clara de los electores que, entre los votos nulos, los votos en blanco y los que provocaron la sorpresa electoral, manifestaron una actitud de rechazo al sistema político actual que ha puesto a los tres organismos del Estado al servicio del enriquecimiento ilícito y de la impunidad.
La indiferencia que por mucho tiempo mostramos los guatemaltecos ante el saqueo que impidió la inversión en desarrollo humano y que alejó las inversiones por la destrucción del Estado de Derecho, terminó este domingo y quien no entienda el mensaje está realmente perdido porque no fue un voto irreflexivo, sino una abierta expresión del hartazgo provocado por la corrupción.
Es impresionante la cantidad de repudio al sistema mostrada por quienes votaron nulo, dejaron la papeleta en blanco o se abstuvieron de votar por no creer en un sistema tan perverso. Al analizar las elecciones últimas es obligado tomar en cuenta esos factores porque serán críticos en los tiempos que vienen, cuando se deberá materializar ese cambio que la ciudadanía pretende para terminar con tanto vicio destructor de un Estado eficiente y al servicio de la sociedad.
Por muchos años el pesimismo ha pesado, y mucho, sobre la conciencia de los guatemaltecos, aparentemente resignados ante el abrumador poder de la mafia que controló todo para garantizarse impunidad. Pero el análisis del resultado electoral nos pone en ruta para hacer el trabajo necesario y lograr los cambios a raíz de lo expresado en las urnas.