“No me defiendas compadre” es una frase que cae como anillo al dedo luego de que, ante las enormes dudas que hay sobre la pureza del evento electoral, el presidente Alejandro Giammattei dispusiera enviar un mensaje a la nación en cadena nacional para llamar a la participación de los ciudadanos y, enfáticamente, garantizar la transparencia del proceso. Dijo Giammattei que Guatemala vive una verdadera democracia que se verá consolidada con la participación ciudadana en estas elecciones, horas después de que Miguel Martínez anunciara que el diario New York Times publicaría el reporte sobre supuestos sobornos del gobierno al TSE.
Giammattei no puede garantizar la pureza del sufragio porque ello es competencia del Tribunal Supremo Electoral y no de la Presidencia de la República, situación que aparentemente no le explicaron sus asesores. Un gobernante que respeta la independencia del órgano responsable de las elecciones puede simplemente llamar al voto. Si un gobernante tiene tanto poder e influencia como para dar plena garantía de la transparencia, también lo tendría para hacer otras cosas y por ello el mensaje presidencial de ayer resulta controversial.
Todo el proceso ha tenido situaciones que han generado dudas entre los ciudadanos respecto a la conducción de estas elecciones que se realizarán el día de mañana. La utilización de distintos raseros para decidir la inscripción o el rechazo de determinadas candidaturas fue, desde el principio, un elemento generador de dudas y suspicacias, así como las diferencias que hubo para juzgar y calificar las acciones de campaña anticipada, no digamos la utilización burda de recursos públicos para conformar una alianza de alcaldes alrededor del oficialismo.
Es evidente que esas dudas y las que provocó el mensaje de Miguel Martínez respecto a la noticia de soborno a los magistrados del TSE, preocupan seriamente a las autoridades, al punto de que el mismo gobernante decide lanzar un mensaje en el que, además de llamar al voto, lo cual está dentro de sus facultades, dio un paso más asumiendo personalmente el compromiso de garantizar la “transparencia” en el conteo de los votos. Hasta donde se sabe, la Presidencia de la República no tiene control sobre los sistemas de cómputo que se utilizarán para procesar los resultados de los comicios y, por lo tanto, no es de su competencia dar esa garantía que él comprometió en la cadena nacional.
Hay mucho interés en estas elecciones y tanto aquí como en la comunidad internacional, los ojos de mucha gente estarán puestos no solo en el resultado sino en las formas que puedan marcar el comportamiento de las autoridades.