Hoy tiene que presentarse a un tribunal en Miami, Florida, el expresidente Donald Trump, acusado de varios delitos relacionados con el esfuerzo por ocultar la tenencia de infinidad de documentos clasificados como secretos de Estado, críticos para la seguridad nacional, que él no podía tener en su poder. Se trata de la primera acusación formal contra un expresidente de Estados Unidos y la atención del país y en buena parte del mundo se centra en lo que puede ocurrir como consecuencia de esa acción judicial sin precedente que, en todo caso, no le limitaría para ser candidato presidencial ni siquiera si llegara a ser condenado.
El mayor riesgo que temen los analistas está en una mayor y más violenta repetición de lo que el mismo Trump instigó para el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021 con la intención de forzar a los congresistas y senadores a anular la elección que había perdido frente a Joe Biden. En el fin de semana hubo actividad política en Georgia por la convención Republicana en ese Estado y, por supuesto, el tema de la acusación fue central abundando los llamados al uso de la fuerza para “protegerlo” de lo que él mismo califica como una cacería de brujas.
La excandidata republicana a la Gobernación de Arizona, Kari Lake, expresó en un discurso de manera contundente lo que constituye un llamado a las armas y a la insurrección. Ella dijo: “Si quieren llegar al presidente Trump tendrán que pasar sobre mí y sobre 75 millones de estadounidenses como yo. Y debo decirles que la mayoría de nosotros somos miembros con credencial de la NRA”, es decir, miembros de la National Rifle Association que aboga por el derecho a las armas y que, en realidad, acredita alrededor de 5 millones de miembros.
Pero el fantasma del 6 de enero vuelve a cobrar fuerza y aunque muchos de los participantes en ese intento de golpe de Estado han sido condenados, el ya reconocido fanatismo de esas huestes puede provocar serios problemas y algunos observadores hasta han hablado de una guerra civil. De hecho, la forma en que congresistas republicanos justifican que Trump haya querido ocultar la tenencia de los documentos secretos, diciendo que aún como expresidente estaba facultado para “desclasificarlos”, indica que el tenor de la ley es lo menos importante y manifiesta la intención de revertir mediante la fuerza la acción penal.
La incitación a la rebelión armada, expresada claramente por Kari Lake, debe entenderse en su justa dimensión porque es un claro e indiscutible llamado a las armas y preocupa esa realidad que se tocará enfrentar en los próximos meses.