Sigue siendo inmensa, y hasta cada vez mayor, la cantidad de guatemaltecos que viajan en condiciones terribles a Estados Unidos en busca de oportunidades para mantener a sus familias y mejorar su calidad de vida, situación que para muchos resulta muy conveniente porque el fruto de ese trabajo es lo que mantiene la economía nacional. Sin embargo, desde el año 2020 las cifras oficiales muestran que 7,665 guatemaltecos (hombres, mujeres y niños) han muerto en la peligrosa travesía, según corroboró en Relaciones Exteriores el experto en temas migratorios, Fernando Castro Molina, y sabrá Dios cuantas muertes no fueron registradas.
Se trata de una muy grande cantidad de muertos en ese trayecto en el que los traficantes trasladan en condiciones sumamente peligrosas a los guatemaltecos que, inspirados por las historias de tantos chapines que han hecho su vida en Estados Unidos, deciden contratar a un coyote que cobra grandes cantidades de dinero para llevarlos hacinados y en situación de mucho riesgo. De hecho, así como se corre la voz de lo que logran los migrantes, también se sabe de los riesgos que enfrentan en el trayecto, pero la necesidad empuja a mucha gente a poner su vida en juego.
Atrás de cada migrante hay, por lo general, algún drama y un cúmulo de dificultades que debieron sortear, no solo para llegar a Estados Unidos, sino también para encontrar un trabajo digno y condiciones de vivienda adecuadas. Todo ese sacrificio y sufrimiento queda opacado por los informes mensuales de la inmensa cantidad de dólares que entra a Guatemala por concepto de remesas familiares que generan bienestar de muchas familias, creando un clima que es aprovechado por quienes le saben sacar provecho a la corrupción porque la gente se muestra conforme gracias a esos envíos.
El licenciado Castro Molina se pregunta por qué Relaciones Exteriores no desarrolla campañas para advertir de los riesgos de la migración y cómo exponen su vida los migrantes en ese esfuerzo por llegar al Norte. Creemos que la respuesta es sencilla, puesto que ese flujo constante es posiblemente el mejor seguro que tienen los políticos para mantener las aguas tranquilas en el país, a pesar de sus desmanes con el dinero del pueblo y del daño que le hacen a toda la institucionalidad.
La migración seguirá siendo una salida, por peligrosa que pueda ser, para quienes no encuentran siquiera esperanza en su patria porque no hay inversión en el desarrollo humano, en la creación de oportunidades. Ante esa realidad, lo que cabe esperar es que más gente ponga en riesgo su vida para huir de su realidad.