Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com
Los gobiernos de Centroamérica, especialmente el gobierno de Guatemala que recién empieza y no fue electo a propuesta de ningún partido político significativo, cuyo eslogan de campaña fue: “Ni corrupto, ni ladrón”, debe comprender y saber que la elección ya pasó y que aunque no sea corrupto ni ladrón, sí es ineficiente, sí es timorato e irresoluto estará condenado al fracaso y lo que no deseamos la gran mayoría de guatemaltecos es tener nuevamente un gobierno como el de Óscar Berger, Álvaro Colom o mucho menos como el de Otto Pérez Molina.
El binomio presidencial actual tiene mucho que ganar si para desarrollar la clase media del país mejora la política salarial. Quién o qué gobierno puede aumentar con recursos de los impuestos las pensiones de las clases pasivas o las pensiones del seguro social, ninguno; pero sí puede actualizar, año con año, los salarios mínimos.
Si el salario mínimo por hora en Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos es de $15.00; es decir, 15 x 7.60 = a 114 quetzales por hora, en ocho horas de trabajo, aunque sea lavando platos, un inmigrante gana Q912.00; más de la tercera parte del salario mínimo mensual en la maquila, en la agricultura, en el comercio, en los servicios o industria.
Ser pobre no es ser tonto; nuestra mejor mano de obra en pobreza, sea hombre o mujer, se va, inmigra, corre los riesgos para mandarle a sus padres o hijos una remesa familiar que en Guatemala no ganaría al mes en ningún trabajo.
La manera en la que los guatemaltecos se queden en su país es mejorando su ingreso per cápita, controlando los precios de la canasta básica alimenticia, de los medicamentos, de los insumos que día a día necesitan los pobres y la mayoría de la clase media.
En Guatemala no existe la reelección presidencial y la mejor manera de pasar con dignidad a la historia para los gobernantes es servir al pueblo que los eligió.
No es fácil, ni es agradable sentarse con el 1% que tiene la riqueza en el país y hacerlo comprender por qué tiene que haber suficientes empleos, salarios justos, una educación pública que permita el desarrollo, una salud pública que evite la muerte por desnutrición, por falta de medicamentos, de insumos médicos quirúrgicos y ante todo por falta de vacunas.
La salud preventiva es mucho más barata que la curativa, y la seguridad depende no solo de la fuerza pública, del Ministerio Publico ni de las cortes, ni tribunales, depende que nadie se vea obligado a robar.
Como le consta al presidente Alfonso Portillo y a los dirigentes empresariales, especialmente a los productores de la canasta básica, el papel del vicepresidente que me tocó jugar fue el de picar piedra, por eso firmé dos de los aumentos al salario mínimo, discutí y negocié, acompañado del Ministro Eduardo Weymann, el Pacto Fiscal; por ello logramos mantener los cuatro años de gobierno los precios de los combustibles más bajos de Centroamérica, por eso se creó la tarifa social eléctrica y también por eso ningún Ministro de Economía de nuestro gobierno luchó por aumentar el precio de la carne de pollo, de los huevos, de las harinas o de las pastas y ningún empresario quebró, simplemente ganó un poco menos.
Justicia social es decidirse en servir al pueblo, al consumidor, al 99% de los guatemaltecos.
¡Guatemala es primero!