POR KIMBERLY LÓPEZ
klopez@lahora.com.gt
Acercarse a la zona de adyacencia entre Guatemala y Belice le costó la vida a Julio Alvarado, un niño guatemalteco que se sumó a la lista de víctimas del diferendo territorial entre ambos países. Su muerte, además de despertar la indignación de la población guatemalteca, revivió un conflicto que, pese a ser histórico, no encuentra solución.
Casi seis semanas han transcurrido después de la muerte que puso sobre la mesa, nuevamente, la necesidad de concluir las diferencias con las autoridades beliceñas por el dominio territorial de la zona fronteriza.
Por un lado, las autoridades extranjeras argumentan que sus acciones contra campesinos guatemaltecos han sido una respuesta a supuestas provocaciones, mientras que las nacionales han calificado las muertes y ataques contra compatriotas como innecesariamente agresivos.
Por dos décadas ambas naciones han discutido sobre el mismo tema, sin llegar a soluciones definitivas. En tanto, la lista de víctimas se alarga: en los últimos 17 años diez guatemaltecos han muerto en manos las Fuerzas de Defensa de Belice.
EL HOMICIDIO MÁS RECIENTE
La muerte del guatemalteco Julio Alvarado, de trece años, ocurrido a inicios de abril, reavivó las tensiones entre los gobiernos de Guatemala y Belice.
Según un comunicado de la Cancillería, el adolescente recibió ocho balazos: cuatro fueron por la espalda.
En el ataque resultaron heridos con arma de fuego su hermano menor, Carlos Alberto Alvarado, de 11 años, y su padre, Carlos Alfredo Alvarado Ramírez, quienes se encontraban sembrando pepitoria en la zona de adyacencia.
De manera casi inmediata, el presidente Jimmy Morales reaccionó a la muerte del connacional a través de un mensaje difundido en sus redes sociales, condenando la decisión de soldados beliceños de disparar contra la familia.
En su mensaje, Morales calificó de “cobarde y desmedido”, el ataque que le cobró la vida al menor. “Le pregunto a las autoridades de Belice, ¿qué amenaza representa para su soberanía un niño de 11 y uno de 13 años?”, cuestionó.
Morales respondió de tres formas: exigió al país vecino entregar a los responsables de la muerte del menor para que enfrentaran el proceso correspondiente, pidió la colaboración de la Organización de Estados Americanos (OEA) para esclarecer la muerte del menor y anunció el fortalecimiento de la seguridad en la zona de adyacencia.
Como en gobiernos anteriores, las acciones del Estado guatemalteco en este caso fueron decisiones para gestionar una crisis y no en miras a resolver de manera permanente las diferencias y desacuerdos por la disputa territorial.
Los señalamientos continuaron, pues en respuesta al mensaje de Guatemala, Belice se limitó a decir que su Ejército “respondió en una autodefensa justificada” contra el menor.
En ese contexto, Morales se pronunció nuevamente, asegurando en un comunicado que el ataque no fue en defensa propia. “Es lamentable que las fuerzas de defensa de Belice sean el único ejército en la región latinoamericana y caribeña, que dispara en contra de civiles desarmados de otro país”, señalaba un comunicado difundido por el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex).
Finalmente, debido a la alarma suscitada por este caso, el ministro de la Defensa, Williams Mansilla, se trasladó a la región fronteriza con Belice para reforzar la presencia militar en el lugar. Cuatrocientos miembros de las fuerzas armadas guatemaltecas se ubicaron de manera permanente en la zona, para evitar un nuevo ataque.
DOS DÉCADAS DE TENSIONES
Desde el siglo pasado, luego de que Guatemala reconoció la independencia de Belice en 1992, quedó pendiente la resolución del diferendo territorial con ese país. En un principio la postura de ambas naciones fue resolver ese diferendo a través de negociaciones; sin embargo, los avances en este sentido han sido nulos.
En 2009 se firmó el “Acuerdo Especial”, en el que se decidió consultar a cada pueblo si aceptaba la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia como ente encargado de dirimir el conflicto, por lo que se programó una consulta popular, la cual debía celebrarse simultáneamente en Guatemala y Belice.
Dicha consulta se había programado para el 6 de octubre del 2013, pero fue suspendida unilateralmente por las autoridades guatemaltecas, argumentando que no existían condiciones adecuadas para llevarla a cabo y obtener un resultado positivo.
Los beliceños cambiaron su legislación sobre diferendos, requiriendo la participación del 60 por ciento de la población para que el resultado fuera legítimo y aceptable, lo cual no fue bien visto a ojos del Gobierno guatemalteco.
Desde entonces, los avances diplomáticos en ese sentido han quedado varados a la espera de una mejor disposición de Belice para someter el caso a la Corte Internacional de Justicia.
DEJA VU EN ÉPOCA DE OTTO PÉREZ MOLINA
Hace dos años, otra muerte despertó la indignación de las autoridades y, como sucedió recientemente en la gestión de Morales, puso sobre la mesa el tema del diferendo con Belice.
Tomás Desdicho Ramírez, de 26 años, murió en marzo de 2014, por motivos similares a los que cobraron la vida de Alvarado, de trece.
El efecto fue el mismo: el pronunciamiento de las autoridades, indignación de parte de la población y ofrecimientos de investigaciones. Mucho ruido hasta que, de la misma forma que surgió el tema, volvió a desaparecer.
En esa ocasión, la Cancillería guatemalteca indicó que ambos gobiernos se comprometieron a tomar acciones para que esos incidentes no vuelvan a ocurrir, y Dean Barrow, el entonces primer ministro de Belice, invitó a forenses guatemaltecos para que participaran en la necropsia que se practicaría al cuerpo de Desdicho Ramírez.
Por último, tanto Pérez Molina como el Primer Ministro de Belice, reafirmaron su voluntad de mantener la paz y la promoción de las relaciones amistosas entre sus poblaciones y rechazaron cualquier forma de violencia como método para resolver las diferencias. Sin embargo, no hubo avance alguno en cuanto a las discusiones del diferendo.
¿QUÉ DICE LA CANCILLERÍA?
Según el canciller Carlos Raúl Morales, cuyas declaraciones fueron trasladadas de forma escrita a través del Departamento de Comunicación Social de la institución, Belice mantiene una actitud dual: por una parte suscribe y ratifica los instrumentos internacionales que buscan la solución definitiva del diferendo y, por otra parte, ejecuta acciones hostiles en contra de población civil desarmada, pacífica y dedicada a labores agrícolas.
Los campesinos de la zona de adyacencia recurrentemente enfrentan problemas con las fuerzas armadas beliceñas, ya que los límites en la zona de adyacencia no están totalmente trazados y, así, es muy fácil que las personas se extravíen o no sepan en qué territorio se encuentran, explicó el Minex.
Sin embargo, “Guatemala ha aplicado estrictamente protocolos civiles y militares de conducta frente a las Fuerzas de Defensa de Belice, tanto en tierra como en el río Sarstún, al punto que no ha habido que lamentar la muerte de un solo beliceño civil o militar en dichas áreas”, afirma el Ministerio.
Frente a la imposibilidad para lograr consensos, Guatemala ha iniciado un proceso de generación de confianza que hasta ahora ha sido aplicado de manera unilateral.
Según la Cancillería, actualmente hay 13 Acuerdos que fueron firmados en 2015 y que proponen medidas de modus vivendi, tales como validación de estudios realizados en ambos países, devolución de bienes culturales, sustraídos ilícitamente, homologación de horarios de pasos terrestres legalmente habilitados y mutuo reconocimiento de licencias de conducir vehículos. Se espera que estos propicien buenas prácticas de convivencia entre buenos vecinos.
UNA CORTINA DE HUMO ÚTIL
Roberto Wagner, catedrático y especialista en relaciones internacionales, opina que el diferendo con Belice se ha utilizado por este y otros gobiernos como una cortina de humo, que desvía la atención de la población de otros fenómenos sociales vinculados a las crisis de salud y seguridad, por ejemplo.
El analista asegura que una de las razones para este uso es que despierta falsos nacionalismos. Por este motivo, “cuando tenemos problemas de otro tipo, surgen como una forma de evadir atención”, explica.
Wagner agrega que esta es una actitud que históricamente han implementado los gobiernos autoritarios y las dictaduras militares, además de muchas democracias.
“Usted provoca un conflicto donde no lo hay y eleva tensiones. Eso sirve como una cortina de humo. Es una razón por la que debemos solucionar esto, porque de repente tenemos una crisis hospitalaria o económica y muchos gobiernos optan por esta opción, para desviar la atención”, comenta.
El exministro de Relaciones Exteriores, Gabriel Orellana, aclara que utilizar el conflicto entre ambas naciones como cortina de humo ha sido recurrente tanto en Guatemala como en Belice.
Orellana destaca la importancia de buscar un acuerdo para dejar atrás estas tensiones. “Las buenas cercas hacen buenos vecinos”, cita.
Con esta referencia, el entrevistado explica que las relaciones entre países no serán solidarias hasta que los límites territoriales estén totalmente definidos.
¿QUÉ RESPUESTAS DAR?
Según Wagner, la postura del canciller Carlos Raúl Morales es criticable porque “hacer un llamado a la comunidad internacional es seguir la línea que han seguido otros cancilleres, es una línea muy mala de tratar el tema”.
Para avanzar en la resolución de este conflicto, el analista ve necesario tratar el tema de una forma más seria, multilateral y bilateral.
“Debería haber una estrategia trazada y que todos los embajadores estén preparados con un discurso. Hay que prevenir, pero hay que hacerlo por vías diplomáticas, y la pregunta es ¿si mañana matan a otro niño qué vamos a hacer, ya tenemos una estrategia trazada?”, cuestiona.
El excanciller opina que frente a la postura que ha mostrado Belice, uno de los caminos que podría tomar Guatemala es la realización de una activa campaña internacional para poner en evidencia el incumplimiento de Belice, al convenio relativo a la consulta popular.
“Hay un principio del derecho internacional y uno del derecho internacional americano reconocido por la carta internacional de la OEA, que comparten ambos países: es el principio de la buena fe”, recuerda Orellana.
Por su parte, Wagner asegura que se tiene que implementar una solución en tres vías para aprender a coexistir con Belice: “la primera es denunciar esto en las Naciones Unidas, pero de forma enfática y con hechos, hacer mención de las muertes con explicaciones escuetas de Belice y dar un discurso firme”, explica.
En segundo lugar, el analista sugiere buscar el apoyo de otros países vecinos como México, Honduras y El Salvador.
“Hay que negociar el apoyo, pero Guatemala no ha tenido esa visión, hay que fortalecer las relaciones con vecinos, luego a nivel regional y con otros países que tienen el mismo tipo de problemas”, agrega.
Finalmente, invita a reactivar y mejorar la embajada de Guatemala en Belice, que ha sido descuidada. A través de ésta, sería posible buscar apoyo de la población beliceña y, de esta forma, obtener mayor apoyo.
A seis semanas de la muerte de Alvarado, dos cosas siguen siendo inciertas: los resultados de las investigaciones de su muerte y el futuro del conflicto con el país vecino. En tanto, ya casi una decena de personas han muerto por estas tensiones, la pregunta es si el Estado guatemalteco y el Estado beliceño podrían evitar una onceava muerte.
Guatemaltecos asesinados por el ejército beliceño (Datos del Ministerio de Relaciones Exteriores):
• Mateo Ramírez 1999
• Samuel Ramírez Ramírez 2000
• Jesús Ramírez Icho 2001
• Virgilio Ramírez Icho 2001
• Jesús Ramírez Solano 2001
• Juan Chioc Chub 2012
• Luis Alberto Martínez 2012
• Francisco Quim Yat 2012
• Tomás Desdicho Ramírez 2014
• Juan Alvarado Ruano 2016
LÍNEA DEL TIEMPO
1992- Guatemala reconoció la independencia del estado de Belice, pero dejó pendiente la resolución del diferendo territorial.
1994- Guatemala formuló reserva ante la ONU en el sentido de que dicho diferendo seguía sin resolverse, a lo que Belice respondió que estaba dispuesto a negociar.
1999- Guatemala reiteró a Belice formalmente la existencia del diferendo territorial.
2002- Finaliza un proceso de conciliación que Guatemala tomó la decisión de sustanciar. Dicho proceso fue un paso en la búsqueda de una solución jurídica al diferendo territorial, ya que previo a someter cualquier asunto a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) o a un proceso de arbitraje deben agotarse los medios políticos de solución de conflictos que prevé el Derecho internacional.
2003- Guatemala rechazó las propuestas de los conciliadores, considerando además que las recomendaciones no eran equitativas y lesionaban el orden jurídico constitucional.
2008- Durante el Gobierno del expresidente Álvaro Colom se firmó el Acuerdo Especial entre Guatemala y Belice para someter el reclamo territorial ante la CIJ.
2014- Durante su gobierno, Otto Pérez Molina, y el primer ministro beliceño, Dean Barrow, firmaron 13 acuerdos para promover la buena relación con el país vecino.