El más corrupto que famoso Caso de la Terminal de Contenedores Quetzal ha sido desde aquél Miércoles Santo de 2012 en que se autorizó un usufructo por 25 años, un escándalo que se anunció como el inicio de la debacle del Partido Patriota y del gobierno de Otto Pérez Molina por haber sido el primero en que se quitaron la máscara de la transparencia para pintarse como uno más de la caravana de corruptos que han gobernado Guatemala.
Recordemos que se ha mencionado que este caso viene desde el gobierno de la UNE cuando mandaban Colom y Torres, con participación del hoy encarcelado Secretario Privado, Gustavo Alejos, y el financista Gregorio Valdez. Vale recordar que en la lista de negocios en que participó ese grupo es muy largo y ya sería momento de ver casos más formales dirigidos a ese período gubernamental.
Pero hoy queremos comentar que es una soberana muestra de arrogancia del actual Presidente el hecho de creer que se puede salir con la población simplemente a decir que sí hubo una reunión con los propietarios del proyecto, los nuevos dueños que cometieron el “error” de adquirir una operación cuyos principales cimientos son en el soborno y la corrupción a los más altos oficiales de gobierno de un país.
Al presidente Jimmy Morales le tenemos que decir al igual que a Pérez Molina que nos genera una terrible desconfianza ese tipo de reuniones en la que, según se afirma, ha estado el Ministro de Finanzas, que desde un principio ha sido el principal defensor de salidas “elegantes” para el corrupto negocio.
Tampoco Pérez Molina o Baldetti creyeron que este caso les alcanzaría la cola y lo que no supimos antes del proceso es que en aquel momento hubo reuniones que, como la que confirma Morales, se llevaron a cabo en Casa Presidencial para convencer a los mandatarios sobre la urgencia de realizar la viciada operación y el monto de la coima.
A Jimmy Morales le queda una opción y es cerrar todas las puertas a la lógica y normal duda de que puedan engañarlo o embadurnarle las manos para continuar con una operación basada en la transa. Podríamos lamentar que Maersk compró una operación sucia, pero no podemos ser millones de guatemaltecos los que paguemos su falta de eficiencia en un proceso de “due diligence” para determinar la idoneidad de su inversión.
Jimmy Morales llegó a la Presidencia sin más mensaje que el eslogan “ni corrupto, ni ladrón”. Hoy tiene la oportunidad de demostrarlo a pesar de los consejos que de Finanzas y de otros funcionarios proinversión o procorrupción puedan llegarle.