POR GRECIA ORTÍZ
gortiz@lahora.com.gt
Desde hace tres años la Fundación Ayúdame a Escuchar “Bárbara Nicolle” trabaja para hacer realidad el sueño de muchas familias de niños sordos.
Cuando la pequeña Bárbara Nicolle nació, toda su familia se regocijo con su llegada. Su abuelo, Virgilio Rodríguez, estaba encantado con su nieta, que crecía completamente sana.
Sin embargo, tras unos meses, el abuelo se dio cuenta que algo estaba mal: Barbara Nicolle no reaccionaba a los sonidos a su alrededor, por lo que la llevó al médico. Tras varios exámenes, el doctor confirmó sus sospechas: la bebé padecía de sordera.
“Fue muy difícil conocer el resultado de los exámenes, fue como una bofetada, o tal vez más. Lo más duro era cómo se lo iba a decir a mi hija. Le tuve que decir, pero ella no lo aceptaba. En ese tiempo no sabía que existían los implantes cocleares, para mí un niño que nacía sordo era sordomudo para toda su vida”, dijo.
El abuelo comenzó la búsqueda de una solución para el problema de su nieta, y encontró la solución en los implantes cocleares, un pequeño dispositivo electrónico que ayuda a las personas a escuchar.
El problema entonces fue lograr que alguien realizara el procedimiento de implante. Uno tras otro, los galenos le repitieron que Barbara Nicolle estaba muy pequeña para realizarle exámenes.
Rodríguez no se dio por vencido y luchó para que su nieta pudiera ser operada lo antes posibles, ya que en estos casos el tiempo es vital para que los menores se acostumbren a su uso.
Finalmente y tras una larga lucha, Rodríguez logró que un médico colocara el implante a su nieta y, superando toda adversidad, la niña se adaptó rápidamente. Hoy la vida de Bárbara transcurre con normalidad, habla y escucha bien, sin ningún tipo de inconveniente.
Fue durante ese proceso que Rodríguez conoció a muchas otras personas que también buscaban soluciones para sus hijos y que tenían dificultades para ayudarlos, pues el procedimiento es costoso. Por ello, decidió crear la fundación.
“Cuando veo a mi nieta tengo sentimientos encontrados. Yo le digo a todos que lo que pasó con ella fue difícil, yo no se lo deseo a nadie, yo estaba en la oficina y pensaba en qué hacer, se me llenaban los ojos de lágrimas”, dijo.
La misión de la asociación consiste en mejorar la calidad de vida de la población con problemas de audición congénita o adquirida, en donde se prioriza a las familias en situación de pobreza, sin dejar de atender al resto, a través de atención integral en salud, y como consecuencia también buscan una proyección social para asistir a todos los que padezcan de problemas de audición congénita.
Son muchas las personas que se acercan a la fundación, refirió Rodríguez, pero solo una pequeña parte puede recibir apoyo.
Uno de los casos que más recuerda es el de una adolescente de 17 años que, al escuchar por primera vez a su mamá, le respondió “te amo”, y conmovió a todos los presentes.
Hasta hoy, Fundación Ayúdame a Escuchar ha logrado llegar hasta 12 personas, entre niños y jóvenes, que se adaptan poco a poco al cambio en su vida.
La fundación ha contado con el apoyo de donativos de personas particulares y del Ministerio de Salud.
USTED TAMBIÉN PUEDE AYUDAR
La fundación no cuenta con los recursos para intervenir a los niños que necesitan apoyo, por eso siempre están anuentes a recibir apoyo de personas que así lo deseen. Si usted desea sumarse a esta causa para cambiar la vida de un niño, puede escribir a la “Fundación Ayúdame a Escuchar”, o visitar sus oficinas en la 6 avenida 17-50 colonia Mariscal de la zona 11, así como también contactarlos a través del teléfono 2441-4356.
“Cuando veo a mi nieta tengo sentimientos encontrados. Yo le digo a todos que lo que pasó con ella fue difícil, yo no se lo deseo a nadie, yo estaba en la oficina y pensaba en que hacer se me llenaban los ojos de lágrimas”.
“Fue muy difícil conocer el resultado de los exámenes, fue como una bofetada, o tal vez más. Lo más duro era cómo se lo iba a decir a mi hija. Le tuve que decir, pero ella no lo aceptaba. En ese tiempo no sabía que existían los implantes cocleares, para mí un niño que nacía sordo era sordomudo para toda su vida”.
VIRGILIO RODRÍGUEZ