Washington
DPA

El senador republicano Ted Cruz, uno de los rostros más conocidos del ala ultraconservadora del Tea Party, aspiraba a convertirse en el primer presidente hispano de Estados Unidos, pero el multimillonario Donald Trump se interpuso en su camino.

Consciente de que matemáticamente era imposible que ganara la nominación del Partido Republicano a las elecciones presidenciales de noviembre tras la victoria de Trump en Indiana, Cruz anunció ayer que suspendía su campaña electoral.

Rafael Edward «Ted» Cruz, hijo de un exiliado cubano y una estadounidense, nació en Calgary, Canadá, cuando sus padres estaban trabajando allí en la industria petrolera en los años 70. Cruz renunció el año pasado al pasaporte canadiense, ya que la presidencia de Estados Unidos está reservada a estadounidenses de nacimiento y él lo es al ser hijo de una ciudadana de ese país.

Su padre, Rafael Cruz, luchó contra la dictadura de Fulgencio Batista y a los 18 años dejó su Cuba natal para irse vivir a Estados Unidos. Su padre no sabía inglés y no tenía dinero. Se pagó sus estudios limpiando platos y se licenció en matemáticas.

Sus padres estuvieron a punto de separarse cuando él tenía tres años, pero su padre regresó a casa con su familia después de unirse a un grupo de estudio de la Biblia. Ahora es pastor en Texas.

Ted Cruz, un abogado de 44 años, estudió en las universidades de Princeton y Harward y realizó casi toda su carrera política en Texas. Trabajó en la campaña política del presidente George W. Bush. Y entre 2003 y 2008 fue procurador general de Texas. Está casado y tiene dos hijas.

Aterrizó en Washington en enero de 2013 impulsado por la ola ultraconservadora del Tea Party.

El senador por Texas, que se presentó a las primarias republicanas como «antiestablishment» con la promesa de luchar contra el «cartel de Washington», no tiene amigos en el Senado. No les gusta ni a los senadores demócratas ni a los republicanos.

El senador republicano John McCain lo llegó a calificar de «pájaro loco». Los demócratas lo culparon del cierre parcial del gobierno federal durante 16 días en otoño de 2013 por falta de presupuesto para financiarlo.

Desde su llegada a la capital estadounidense, este senador de Texas se convirtió en uno de los detractores más visibles de las políticas del presidente Barack Obama y uno de los senadores más controvertidos.

En septiembre de 2013 habló durante 21 horas y 19 minutos ante el pleno del Senado, en un ejercicio de obstruccionismo parlamentario con el que intentó torpedear la reforma sanitaria del presidente Obama. Su discurso maratoniano incluyó la lectura del clásico de Dr. Seuss «Huevos verdes con jamón» a sus hijas que lo estaban viendo por la televisión.

Dice que habla «espanglish» pero en el Senado apenas le han oído decir algunas palabras básicas en español.

A pesar de ser hispano, se opone a la reforma migratoria y a la legalización de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

También se opone a la reanudación de relaciones bilaterales con Cuba y al levantamiento del embargo a la isla. En política exterior, es un halcón. Defiende a Israel y se opone a cualquier acuerdo nuclear con Irán.

Su conservadurismo social -es muy religioso y se opone al matrimonio homosexual y al aborto- espantó incluso a los votantes más moderados del Partido Republicano.

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