Jorge Mario Andrino Grotewold.
* @jmag2010
La celebración mundial del Día del Trabajo conlleva el sentimiento de quienes cuentan con un empleo, pero quisieran mejorar sus condiciones (salario, condiciones, horarios, etc.), y aquellos que reconocen la importancia de contar con un trabajo decente, pero carecen de él, o inclusive de las oportunidades para alcanzarlo, incluyendo otro derecho que le acompaña, como el de seguridad social.
En Guatemala, las condiciones de los trabajos en la gran mayoría de lugares, pero especialmente en el campo, no cumplen con las características del denominado modelo de “trabajo decente” que constituye un avance dogmático internacional del trabajo digno, atendiendo a que este nuevo concepto visualiza al trabajador no sólo en condiciones laborales adecuadas, sino con dignidad para realizarlas. No es posible generalizar, pues existen empleadores con verdadera consciencia e inteligencia, que identifican que los trabajadores con incentivos favorables y garantías sociales, no sólo determinan lealtad a su trabajo, sino también mejores resultados, con el que sólo pueden obtener un desempeño de ganar-ganar.
Pero, además, de quienes sufren problemas porque cuentan con un trabajo, pero sin que sea digno, decente o estable, están aquellas personas que no cuentan con una oportunidad para alcanzar ese empleo, medianamente formal, y que por ello alcanzan diversos caminos: la informalidad, la migración ilegal o legal; y la delincuencia. Las tres combinaciones se generan inclusive como alternativas en virtud de que como Estado, el país no puede ofrecerles futuro a personas de cualquier edad, pero especialmente a jóvenes, al no contar tan siquiera con una educación mínima, ni mucho menos la oferta laboral que llegue a satisfacer medianamente sus necesidades. Y por increíble que parezca, dos de esas tres actividades, la migración y la informalidad, proveen al país de una gran parte de sus ingresos económicos. Los indicadores no mienten y por ello, el Plan para la Prosperidad financiado parcialmente por Estados Unidos, presenta estos retos como los directamente a influenciar.
El trabajo decente va más allá de una determinación de salarios mínimos, diferenciados o dignos. Permite identificar que la actividad laboral constituye la base de desarrollo integral del país, complementado con la aplicación del capital, provisto por los empleadores, que incluye al sector público y privado. Para ello, la educación, capacitación, preparación y profesionalización son obligatorias en sus distintas etapas. De lo contrario, garantizar un futuro a presentes y nuevas generaciones, será extraordinariamente difícil.
Celebrar el Día del Trabajo conlleva además, buscar alternativas de política pública para mejorar el desarrollo del país, no sólo en su capital más importante, su población, sino también en los procesos que involucran generar incidencia económica, social, política y cultural.