Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Me llamó mucho la atención. No podía ser de otra manera que el ver a los representantes de los tres poderes del Estado, acompañados de los cinco miembros de la llamada Secretaría Técnica del Diálogo Nacional, me haya producido una sensación agradable, como si pudiera vislumbrar desde ahora un mejor porvenir para nuestro país. Pero, después de escuchar las palabras del Presidente del Organismo Legislativo, me volvió el sabor amargo a la boca con que he vivido estos últimos días, porque en su discurso pronunciado en el Teatro Nacional no dijo la verdad, al contrario, sus apreciaciones de que el cambio ya había empezado en el Congreso de la República distan mucho de ser ciertas porque en ese recinto se han venido gestando un cúmulo de disposiciones que se han traído al suelo cualquier posibilidad de mejora a nuestro sistema democrático, base de nuestro desarrollo y progreso.

De ahí, que me haya parecido que a la Secretaría Técnica se le quedó en el tintero el hacer cambios efectivos en la Ley Electoral y de Partidos Políticos puesto que de esta disposición parte la imposibilidad de elegir a gente honesta, con experiencia y conocimientos suficientes para ser realmente la flor y nata de nuestra representación ciudadana. Sigo insistiendo en las preguntas, ¿usted, estimado lector, se siente representado en el Congreso? ¿Usted cree que los actuales e innecesarios 158 diputados realmente merecen siquiera una pizca de credibilidad y confianza? ¿Entonces cómo va a ser posible que esa misma gente vaya a seguir siendo electa o designada por el voto popular, como que también vayan a poder llevar a la gente más adecuada para ocupar cargos de magistrados de la Corte Suprema de Justicia o a una parte de la Corte de Constitucionalidad, como que no van a seguir «metiéndole mano» a las disposiciones legales que rigen el país con intereses espurios de por medio, tal y como lo han venido haciendo invariablemente?

Desde ahora mismo me hago parte del gran sector de la población que no vamos a sentirnos confiados, mucho menos satisfechos con que el actual Congreso vaya a ser el que apruebe con el voto afirmativo de las dos terceras partes del total de diputados las reformas, por supuesto solo del orden judicial, para luego ser sometidas a consulta popular, tal y como lo preceptúa el artículo 280 de la Constitución vigente. Insisto entonces que cualquier desconfianza habrá que borrarla, si es que en verdad se aspira a cumplir con el objetivo de garantizar la existencia de un sistema judicial jurídico plural. Entiendo bien que puede ser lo más difícil del proyecto, pero ello no quita lo insoslayable.

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