Eugenia Mijangos

En la mayoría de países de Latinoamérica, la población ha tenido una imagen del órgano electoral, asociada únicamente a la realización de elecciones periódicas y de consultas, y que estas llenaran ciertos estándares, para poder afirmar que habían sido limpias respondiendo a la voluntad de la población, sin embargo hay que tener claro que el sistema electoral es medular en las democracias, pero la democracia no se reduce a este.

Por lo anterior, la tarea de los órganos electorales se ha complejizado, conforme en nuestras democracias imperfectas, especialmente en América Latina, se han desarrollado fenómenos asociados a una práctica política clientelar, que no aspira en ninguna forma a ir creando y moldeando partidos políticos sanos y fortalecidos, con cuadros y adherentes identificados con un ideario partidario y una ideología definida. De esa cuenta, los esfuerzos de los órganos electorales también se deben enfocar en forma urgente en combatir prácticas antidemocráticas, clientelares y corruptas, y en trabajar en formación tanto con las organizaciones políticas, cómo con la ciudadanía para lo cual se necesita contar con recursos económicos sustantivos y con el concurso de otras instituciones.

Estoy convencida que la única alternativa para superar los fenómenos que agobian muestra ya no tan joven, pero sí incipiente democracia, es contar con una ciudadanía demandante y consciente de sus derechos, que pueda incidir sustantivamente en los mandatos gubernamentales, y en el combate a la corrupción y la impunidad, por ejemplo a través de la auditoría ciudadana, para de esta forma, lograr un mejor destino para Guatemala.

Por razones que sería largo enumerar, el nivel ciudadano y organizativo en nuestro país es muy bajo, las dirigencias en numerosas oportunidades se han pervertido, y en el caso de las organizaciones políticas que han llegado a gobernar, en su mayoría han basado sus estrategias en el clientelismo y en la inversión de grandes sumas de dinero, en tiempos de campaña, para después languidecer y prácticamente entrar en estado vegetativo cuando no están cerca las elecciones. Naturalmente que existen excepciones, pero desafortunadamente en Guatemala, la mayoría de partidos políticos son efímeros y de esa cuenta se ha dicho que tenemos un cementerio de partidos políticos bastante grande.

Pero ahora veamos los nefastos resultados que para nuestro desarrollo democrático tiene esa dinámica, cada vez tenemos electores menos conscientes, quienes en un porcentaje alto, dependiendo del estrato social se afilian y votan para obtener una bolsa de alimentos, un empleo aunque sabiendo que será de corta duración o en el peor de los casos, ya llegando a los financistas, prebendas y negocios que aumentaran sus ganancias, desafortunadamente como lo estamos constatando, muchas veces para desarrollar negocios espurios en contubernio con los gobernantes de turno.

De este panorama es que nace la urgencia e importancia de la otra tarea que corresponde a los órganos electorales, y que es la formación cívico política de la población, la cual por los fenómenos anteriores, es donde se constata la existencia de un electorado con pocas nociones del rol que le toca desempeñar, demanda esfuerzos sustantivos y bien enfocados.

La tarea de formación debe ser continua y con pertinencia cultural, etaria y de género, en ella deben involucrarse varios organismos de gobierno, puesto que la formación cívica se vincula directamente con el respeto y amor hacia nuestra país, también implica respeto hacia nuestro entorno natural y cultural, por lo que toca temas tan medulares como el medio ambiente y los derechos humanos de las personas sin ninguna discriminación por condición socioeconómica, etnia, sexo o cualquiera otra condición.

La formación política por su parte, tiene que ver con la práctica de una ciudadanía consciente, que pueda evaluar adecuadamente las diferentes opciones políticas y tenga la capacidad de emitir su voto y de participar políticamente, no en busca de beneficios personales inmediatos y muchas veces espurios, sino enfocando el desarrollo del país y el bienestar de la población.

El Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, está decidido a enfocar una buena parte de su trabajo en esta tarea, a través del Instituto Electoral, en la certeza de que así podemos estar contribuyendo a lograr un mejor futuro para el país y para las nuevas generaciones y concretando el mandato que recibimos de parte del pueblo de Guatemala.

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