POR VIRGINIA CONTRERAS
vcontreras@lahora.com.gt
Las manifestaciones sexistas tales como frases, silbidos, exhibicionismo, tocamientos, sonidos de besos y gestos, propinadas hacia las mujeres en la vía pública son conocidas como Acoso Sexual Callejero (ASC), prácticas que se han convertido en un tipo de violencia común, ya que según una encuesta del Observatorio contra el Acoso Callejero en Guatemala (Oacgt) una de cada dos mujeres es víctima de estas agresiones.
Eran las ocho de la noche y Sandy se encontraba esperando en la terminal del Trébol el autobús que la llevaría a su casa. Estaba cansada y los tacones altos le molestaban tras una larga jornada. Solo deseaba ponerse cómoda y deshacerse de la falda y las medias, prendas de su uniforme de trabajo, que a esa hora le incomodaban y a la vez la hacían sentir insegura, ya que se encontraba en un lugar conocido por su peligrosidad.
Para protegerse, se acercó a un grupo de señoras que se encontraban en el área y se percató que sigilosamente un joven de buen vestir, al que no le prestó mayor interés, se paró a su lado.
No obstante, él sí notó la presencia de Sandy, y no conforme con mirarla, introdujo su mano en la falda de la muchacha para luego huir del lugar corriendo.
La escena ocurrió tan rápido que la joven no tuvo tiempo de reaccionar para evitar que esto sucediera y de inmediato sintió que algo húmedo traspasaba sus medias.
Al revisar se dio cuenta de que el individuo se había masturbado, posiblemente al estar a su lado y lo que había dejado entre sus piernas era semen.
Al recordar esta experiencia Sandy vuelve a sentir la rabia y la impotencia que sintió en ese momento y que siente casi todos los días, cuando camino al trabajo hombres desconocidos le gritan expresiones vulgares, le silban como si fuera un perro o intentan tocarla.
MÁS QUE UN SIMPLE COMENTARIO
El acoso callejero hacia las mujeres puede comenzar desde temprana edad, entre los 9 y los 14 años, cuando el cuerpo de las niñas comienza a cambiar.
Expertos en el tema señalan que el acoso callejero, una actitud común en nuestras sociedades, puede causar daño psicológico debido a que perturba la tranquilidad emocional de las víctimas, limita la movilidad, coarta la autonomía y genera miedo a estar sola en espacios públicos.
Según el Oacgt, los efectos de este flagelo se expresan en acciones cotidianas de la víctima, tales como cambiar los recorridos habituales por temor a reencontrarse con el agresor, modificar los horarios en que transita por el espacio público, preferir caminar en compañía de otra persona, evitar salir a espacios públicos e incluso, modificar su modo de vestir. Todo lo anterior se hace de forma inconsciente buscando desincentivar el acoso.
La organización señala que las prácticas de ASC son sufridas de manera sistemática, tienen connotación sexual y son ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle o el transporte. También pueden manifestarse en espacios semipúblicos como centros comerciales, universidades y plazas, entre otros.
De acuerdo con el observatorio, estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida.
VIOLENCIA PSICOLÓGICA
Para Beverly Contreras, miembro de la Asociación Guatemalteca de Psicología (AGP), este tipo de acoso constituye violencia psicológica porque el tipo de “verbalizaciones” que reciben las mujeres generan un fuerte impacto sobre su autoestima, lo que a su criterio también repercute en la forma en la que ellas se perciben en una sociedad.
“Generalmente las palabras que reciben son denigrantes y degradantes, lo que las hacen cuestionarse si valen lo suficiente”, acotó.
A decir de Contreras, al igual que con otros tipos de violencia, quien es objeto de estas manifestaciones tiende a pensar que es su culpa ser blanco de una mirada lasciva, “un piropo”, o un gesto obsceno.
Por su parte, la socióloga Margarita Castillo, explicó que estos comportamientos devienen de una sociedad patriarcal y esto supone que es una sociedad autoritaria y con prevalencia de la figura masculina sobre las mujeres, quienes son reducidas a meros objetos sexuales.
En términos generales, refirió, en una sociedad patriarcal se dan relaciones de poder, las cuales son desiguales y se da un dominio de control de parte de los hombres sobre el género femenino.
Castillo enfatizó en que el machismo y las relaciones de poder son factores determinantes para la normalización del acoso callejero y la invasión del espacio privado de las mujeres. A su criterio, este tema debe discutirse en el Legislativo para que se establezca algún tipo de sanción para los agresores.
DENUNCIAS
Debido a que en el país no hay una cultura de denuncia y que el acoso callejero es una práctica naturalizada por nuestra sociedad, la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) no ha recibido ninguna denuncia por este flagelo, explicó Hila Morales, procuradora adjunta.
Al respecto la funcionaria manifestó que se ha dado una especie de “autoculpabilidad” en las mujeres, como producto de la sociedad machista.
Por otro lado, la procuradora mencionó que el sistema de justicia considera el acoso como un asunto sin importancia, algo pasajero que no debe ser tomado en cuenta, sobre todo ante la saturación de otros tipos de procesos en la entidad.
Lidia Guerra, directora del Oacgt, detalló que dentro la institución han tenido conocimiento de personas que han ido a colocar sus denuncias a los juzgados, pero explicó que por ser una falta que se comete a título personal no puede ser conocida de oficio.
La activista refirió que se hace difícil la recopilación de pruebas, lo que complica el panorama en los tribunales.
ASC EN EL TRANSPORTE
La Asociación de Usuarios de Transporte Urbano y Extraurbano (AUTUE), detalló que dentro de las denuncias que esa entidad recibe resaltan aquellas por acoso sexual hacia menores de edad de 14 a 17 años, cuando se dirigen a los centros educativos.
Consultada sobre el tema, la vicepresidenta de AUTUE, Johana Cabañas, indicó que en 2014 la institución recibió 99 denuncias por acoso sexual y diez por violación en el transporte público. En 2015 se presentaron seis denuncias por violación sexual, de las cuales tres fueron por hechos ocurridos en la ruta extraurbana hacia Antigua Guatemala. Este año, la Asociación contabiliza 15 denuncias por acoso.
TIPIFICACIÓN DE DELITO
La procuradora adjunta de la PDH destacó que el acoso callejero podría encontrar un marco regulador en la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra las Mujeres, ya que se trata de un tipo de violencia psicológica; sin embargo, señaló que para ello es necesario tener pruebas, algo que no es fácil de obtener de un extraño que se cruza en la calle.
En tanto, Guerra considera que la tipificación del acoso callejero podría suceder a largo plazo, posiblemente en un futuro cercano. Actualmente el Oacgt lucha por visibilizar este tipo de agresiones contra las mujeres para que las personas comprendan que constituyen violencia.
Sandra Morán, diputada del partido Convergencia, dijo que sería complicado tipificar este tipo de acciones como un delito, pero detalló que derivado de una discusión y análisis con el Observatorio se podría establecer una normativa especial.
Mientras eso sucede, acotó la funcionaria, lo ideal es que el Estado lleve a cabo campañas de concientización debido a que estas malas experiencias tienen que ver con actitudes, con cultura y una forma determinada de pensamiento que es ampliamente aceptada.
CAMPAÑA #NoEsMiCultura
Del 11 al 16 de abril se conmemoró por sexto año consecutivo la semana internacional contra el acoso callejero, en la que Guatemala participó por primera vez.
Dentro de las actividades programadas para esa ocasión se incluyó el lanzamiento de la campaña #NoEsMiCultura, que según la directora del Oacgt, pretendía explicar que el acoso callejero no es algo cultural sino una forma de violencia naturalizada, pero que se puede eliminar.
De acuerdo con Guerra, el pasado fin de semana se realizaron diversas actividades en la Sexta Avenida de la zona 1, que incluían charlas sobre las distintas expresiones del acoso, así como capacitaciones en el sistema jurídico del país enfocado a la violencia y discriminación contra las mujeres. Todo esto con el fin de explicar el marco jurídico interno respecto a las leyes de protección y prevención con referencia al tema.
Finalmente, se lanzó un formulario para hacer un mapeo del acoso callejero, y documentar cómo sucede en el país, pues no hay mayores datos sobre ello. El objetivo del mismo es visibilizar y conocer la magnitud del problema, construir el perfil o perfiles de los acosadores e identificar áreas de riesgo.
RESPETO A LA DIGNIDAD Y LA INTEGRIDAD FÍSICA
En la presentación de la reciente campaña, la defensora de la mujer de la PDH, Miriam Domínguez, dirigió un mensaje a toda la población, en el cual pidió respeto a la dignidad y la integridad de las mujeres. Además, hizo un llamado para que la ciudadanía sea un aliado en el marco del respeto de los derechos humanos.
La diputada Morán destacó la importancia de establecer relaciones de solidaridad entre hombres y mujeres, además de la urgencia de un cambio radical en el pensamiento del género masculino, para que entiendan que el cuerpo de las mujeres “no es un territorio al cual puedan acceder solo porque lo desean”.
Insistió que cuando haya cero tolerancia a la violencia se lograrán hacer entramados que permitan prevenirla o defenderla colectivamente con el fin de que las mujeres no se sientan culpabilizadas por su manera de vestir.
RECONOCER EL PROBLEMA
Contreras precisó que la sociedad debe percibir el acoso como un problema, ya que de lo contrario no se dará un cambio. “Mucho menos si son pocas personas quienes están conscientes del impacto que tiene, se quedará en grupos aislados tratando de dar voz a lo que está sucediendo”, dijo.
En tanto, María Machicado, representante de ONU-Mujeres para Guatemala, refirió que se debe reconocer que esta práctica no es solo un asunto desagradable, sino que también transgrede las normas sociales.
“Ese comportamiento en los espacios públicos vulnera la dignidad de las mujeres y ante ello, éstas no tienen cómo defenderse y protegerse. Por eso es que las personas deben detener esa conducta que puede parecer inocente o simplemente un juego”, explicó.
Para ello, es necesario que la sociedad en su conjunto identifique que esas prácticas no son deseadas, y que la primera sanción que reciba un agresor sea social, para no tener que recurrir en primera instancia a lo penal ya que lo que se busca es prevenir, explicó.
“Siempre que voy al gimnasio, en vez de caminar dos cuadras, tengo que agarrar el camino largo de cinco cuadras, para no tener que cruzarme con los tres o cuatro hombres que siempre están sentados afuera de su taller mecánico y que cada vez que pasaba me gritaban cosas. Me indigna tener que preocuparme por la ropa que llevo al gimnasio cada vez que voy tarde y tengo que pasar por allí. Mi hermana, que tiene 13 años, cada vez que sale de la casa de mi abuela tiene que pedirle que la acompañe, porque si sale sola los hombres que trabajan en el lavadero de enfrente le gritan cosas” – Belén.
** Tomado del sitio web del Oacgt.“Un viernes por la tarde iba con mi novio, en el carro, de paseo al jardín botánico. Nos detuvimos en un semáforo y conversábamos. Observé que del otro lado de su ventana había una camioneta roja. El ayudante del chofer, al verme, se bajó el zipper del pantalón, sacó su pene y empezó a masturbarse. En ese momento el semáforo dio luz verde y seguimos. No tuve el valor de decirle a mi novio, pues me sentía asqueada, avergonzada y asustada. Al llegar a mi casa lloré de la rabia e indignación, pero lo callé por miedo a que nadie me comprendiera”- Isabel.
** Tomado del sitio web del Oacgt.“Es increíble cómo hasta en los mejores restaurantes puede haber acoso. Al entrar, mi novia y yo, a un restaurante muy bueno, en Antigua Guatemala, había una mesa llena de hombres que, por su vestimenta, se podía notar que eran de Oriente. Llegamos a nuestra mesa y nos sentamos, al momento de entrar se escuchó el primer comentario, ‘Uy, mira eso vos.’ Nos sentamos, llegó el mesero y los hombres de la mesa no quitaban su vista de nosotras, siguieron los comentarios hasta que pedí al mesero que nos cambiara de mesa, y así fue, sin embargo, los comentarios siguieron, ‘Parece película porno’, ‘Que desperdicio de mujer’, ‘De plano no les dieron bien’. Al momento de retirarnos, no aguanté e hice que mi novia saliera y yo regresé y les grité. Perdí el control pues arruinaron una noche especial, y su reacción fue reírse…”-Lucía.
** Tomado del sitio web del Oacgt