Oscar Clemente Marroquín
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No sólo en materia portuaria estamos atrasados y las necesidades del país son inmensas, por lo que el argumento que ahora usan los empresarios para apañar el negocio que hicieron los españoles con el gobierno de Pérez Molina se puede aplicar a cualquier otro negocio que se haya hecho.
Bajo ese mismo argumento Cerezo creó Comcel en forma viciada, Serrano trajo las barcazas, Arzú vendió Guatel, Portillo mantuvo las relaciones con Taiwán, Berger otorgó licencias de explotación minera, Colom tramitó hidroeléctricas privadas que se adueñaron de ríos, y Pérez Molina simuló el contrato de arrendamiento para encubrir la concesión portuaria.
Lo peor es que no sólo se acepta la ilegalidad como fuente de derecho, sino que se tolera y convive con la inmoralidad como algo natural que no preocupa a nadie. Ni siquiera por elemental sentido de decoro y vergüenza miden sus palabras a la hora de querer dar como válido el negocio con los españoles, sin siquiera maquillar la indecencia planteando que, al menos, se reclamen los daños y perjuicios causados cuando entregaron el soborno a Pérez y Baldetti. Son los mismos que han dicho que no importa que se robe, siempre y cuando se haga obra.
Guatemala es en este caso la parte ofendida por el comportamiento corrupto de los inversionistas españoles y de eso no puede haber vuelta de hoja. Yo escribí en su momento que el embajador Manuel María Lejarreta, en nombre del gobierno de España, estaba avalando y apañando un acto ilícito e inmoral perpetrado por compatriotas suyos a los que él acompañó en todas y cada una de las gestiones que realizaron. Por supuesto que visto lo que ha ocurrido en el gobierno del PP en España y lo que se sigue conociendo, ahora hasta involucrando a la mujer de Aznar, socio de guatemaltecos en varios negocios, no podía extrañar el comportamiento del embajador de Rajoy en nuestro país.
El mismo Banco Mundial fue alertado del fraude que se estaba cometiendo y, sin embargo, siguieron adelante con el negocio. Los guatemaltecos somos los llamados a reclamar, a demandar y exigir compensaciones y no pensar ahora en que nos van a cobrar a nosotros daños y perjuicios. TCQ construyó ilegalmente en terreno ajeno y por lo tanto no tienen boca con que alegar nada porque ese usufructo es nulo no sólo porque es simulación de negocio y porque no fue firmado por autoridad competente, sino porque el negocio fue obtenido mediante soborno y eso, en cualquier lugar del mundo, es intolerable.
Pero aquí es más importante la competitividad y por ello todos los trinquetes arriba descritos, entre tantos que se pueden describir a lo largo de estos años de «democracia», son aplaudidos por la élite del país que no se inmuta ante la corrupción. No deja de levantar alguna duda, por qué es que la corrupción no asusta ni indigna, sino que se toma como algo natural, comprensible y a lo que, a lo sumo, hay que dejar como una simple nota al pie de la página, siempre y cuando el negocio quede intacto y se concrete.