“Yo no tengo ideología, amigo mío. Yo lo que tengo es biblioteca.” Arturo Pérez Reverte
Con los resultados recientes en Chile, sumado a la situación de Venezuela, Nicaragua y Bolivia entre otros fenómenos políticos, la izquierda en lugar de anunciar movilizaciones (tomando en cuenta que entienden por movilización) debería preguntarse en qué está fallando a nivel mundial, mi percepción es que mientras el mundo avanza hacia nuevos derroteros la izquierda se quedó estancada, o lo que es peor se va a las antípodas mientras los demás evolucionan.
El progresismo en sus inicios tenía su razón de ser en identificarse “como una postura política que se enfoca en el bienestar social y los derechos civiles de la población a través del establecimiento de reformas políticas, sociales y económicas.” Que, si lo analizamos en profundidad, observamos que cualquier sociedad aboga por el bienestar social, tanto es así, que la mayoría de las constituciones incluyen como uno de sus principales postulados que las personas tengan plenamente satisfechas sus necesidades básicas, como salud, educación, vivienda, alimentación, pero en la práctica no ha sido así, por una simple razón, “el cómo”.
En una época en la que se impone la IA, y que la tecnología se nos vino cual meteorito sin aviso previo, cambiando totalmente nuestra forma de interactuar, que igual el cambio era inapelable, pero no tan de golpe, impactando nuestra existencia sin retorno alguno, lo que no es malo pero nos puso a correr sin haber gateado primero, aunado a que el proceso se nos vino encima en plena pandemia, por lo que si todo esto ha sucedido dentro del plano científico, en el social no podía seguir todo como que nada hubiera pasado, las relaciones debían modificarse, también la política de cada una de las sociedades, en donde las políticas sociales son necesarias por donde se vea, pero no para convertir al ser humano en un apéndice de otros o del Estado, la política debe acoplarse a los tiempos que corren, la derecha lo ha entendido, la izquierda no tanto.
Si sumamos a lo anterior, que se encuentra enraizado en prácticamente la mayoría de los seres humanos el aferrarse al poder, tenemos diez centavos más, pero si sumamos a lo anterior que muy pocos saben cómo gestionar el poder, el resultado lo tenemos a la vista solamente con leer las noticias nacionales e internacionales.
El amor al poder no es de izquierdas ni de derechas, es humano y de ahí la fragilidad de los sistemas en determinado momento, el rechazo de las sociedades no es tanto a los sistemas como a las debilidades humanas, porque regularmente el poder viene aparejado con los verdaderos males de la sociedad como lo es la corrupción, un mal enraizado más allá de lo que creemos, más el crimen organizado que no podemos poner en duda aumenta cada día más, tenemos lo que tenemos.
Son muchos los motivos, por los cuales las sociedades giran hacia determinada ideología, muchas veces son los más comunes, uno de estos es que muchos fantasmas resucitan constantemente, entre los que se encuentran las necesidades básicas incumplidas, más si miras que tus dirigentes viven como monarcas, mientras apenas te alcanza para alimentarte, no digamos la satisfacción y otras necesidades más.
Nosotros somos especiales, acá la izquierda desde la década de los ochenta es muy poco perceptible, hemos sido más humanistas o progresistas, socialdemócratas menos, y nada de lo mencionado ha sido total, al fin los que han tirado un poco a la izquierda o negocian con el poder económico o mueren, lo que ha generado cierto equilibrio por lo menos en lo macro, porque en lo micro, nos quedamos en la llanura con una pobreza estructural que no ha sido atacada socialmente por ningún gobierno incluyendo el actual, que resultó ser un poco más de lo mismo.
Simplistamente, se entiende que Latinoamérica es un péndulo que oscila entre derecha e izquierda, como ha sucedido en Chile, siempre que no se instale una dictadura como las de Nicaragua o Venezuela, no solo porque las dictaduras son antidemocráticas, sino que hoy la mayoría de las dictaduras son además brazos de la delincuencia organizada.
El ser humano común, sin importar el signo ideológico, si no trabaja no avanza, ese es el resumen.







