Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt

Creo que los guatemaltecos enfocamos mal la Independencia, porque claramente no es nuestra situación, pero sí debería ser nuestro objetivo colectivo, y por eso necesitamos construir cada día una nación más justa, equitativa e incluyente, que se emancipe de los grupos y las ideas que aún nos oprimen.

No se trata de buscar próceres que firmen un acta, sino de asumir liderazgos, actuar de forma coherente con nuestros principios y valores, aceptar las diferencias de los otros y, sobre todo, propiciar el bienestar de la mayoría de los guatemaltecos y guatemaltecas.

En la vida cotidiana debemos independizarnos de la idea que la gente más “viva” y “pilas” es la que evita hacer filas o la que viola las normas de tránsito para llegar pronto a su destino, pero en un sentido más amplio, también se trata de entender que enriquecerse estafando o defraudando al Estado es una traición contra el pueblo.

Creer que somos superiores a los demás, suponer que siempre tenemos la razón o triunfar a costa de dañar a los demás son otras creencias de las que debemos independizarnos, así como de la exclusión y segregación en aspectos étnicos, económicos y sexuales.

Es vital independizarnos de la vieja idea de que “los pobres” son “pobres porque así lo quieren” o porque son “haraganes”, y entender que Guatemala es una víctima histórica de la inequidad, pues está claro que no todos tenemos las mismas oportunidades y el privilegio de vivir con comodidades, aunque todos tenemos derecho a ser felices.

Es fundamental hacernos dependientes de la convicción de que los guatemaltecos debemos asumir un compromiso con la transparencia y observar el cumplimiento de las leyes, para así exigir probidad y honradez a nuestros gobernantes y autoridades.

Yo creo que hay mucho trabajo por hacer y poco que celebrar, pero eso no implica abstraernos de la realidad y evitar ver que en estos días resucita el espíritu patrio y nacionalista de los guatemaltecos, que se debe enfocar de una forma inteligente.

A los niños y jóvenes, lo mejor es que se les inculque un nacionalismo enfocado en la pluralidad, con el que se haga notorio que las personas que no hablan el mismo idioma o no visten la misma ropa, tienen los mismos derechos en el territorio guatemalteco y merecen respeto.

A los mayores, es importante dejarles claro que izar la bandera o cantar el himno con solemnidad no es suficiente, y que el verdadero patriotismo se evidencia cuidando los bienes públicos, cumpliendo con las obligaciones –sobre todo las tributarias– y respetando a los demás.

Estas fechas son propicias para reflexionar sobre la necesidad de construir una nueva Guatemala en base al amor, el respeto, la justicia y el bienestar colectivo y, además, para armarse de paciencia si en su camino se atraviesa una marcha o una antorcha patria.

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