Desde hace unos días he estado leyendo notas sobre el despilfarro en que caemos al finalizar el año y quise compartir algunas observaciones.
Con el aguinaldo en mano y la bulla de los comercios, la presión de los convivios, los obsequios navideños y la preparación para nuestras celebraciones de fin de año, podemos llegar a sentirnos presionados y gastar más de la cuenta, lo que nos deja iniciar el año nuevo con números en rojo.
La preparación para las celebraciones de esta temporada han empezado con los convivios y la quema del diablo. Seguirán muchas más como el rezado de la virgen de Concepción, la Visita a la Virgen de Guadalupe, las posadas, reuniones familiares, Navidad, año nuevo y los paseos. Esto nos mueve a pensar y planificar en la preparación de la comida, ya sea que cocinemos en casa o compremos preparada.
Lo que pocas veces nos detenemos a pensar es en que cada decisión que tomamos en estas fechas, para las celebraciones, tiene un impacto enorme… mucho más grande de lo que imaginamos.
Considerando que durante las celebraciones de fin de año, el consumo de carne, según el informe, un rastro municipal registró un 30 % de incremento en sacrificios durante diciembre en años anteriores lo peor es que muchos de esos animales pollos, cerdos, vacas, patos pasaron su vida hacinados, sin luz natural, sin poder moverse, o separados de sus crías apenas nacieron.
“A nivel global, más de 83 mil millones de animales terrestres son asesinados cada año por la industria cárnica” Y es con base en este dato se sugiere hacer pequeños cambios en nuestras celebraciones para preservar la vida en el planeta y para continuar con el respeto a los animales y su cuidado; el que ya se ha implementado en otros espacios como en los circos, los que han desterrado a los animales de sus presentaciones, porque se consideró que era poco correcto como eran mantenidos, entrenados y presentados.
A veces, en las celebraciones, queremos “que sobre”, que se vea abundante, que no falte nada, que nos vean como excelentes anfitriones o colaboradores para la celebración, pero luego nos damos cuenta que ese plato que se quedó a la mitad representa a un animal criado y matado para terminar en la basura.
Pero no es sólo uno, ni sólo con carne. Las mesas llenas de comida son atractivas y las personas tendemos a rebosar los platos y luego… comida que nadie terminó.
Y en estos casos el desperdicio se siente como uno de los lujos más crueles, y lo peor es que ocurre justamente en celebraciones donde queremos lucirnos, consentir, “echar la casa por la ventana”.
Por eso te recomiendo celebraciones conscientes que alivian el gasto y reducen muchísimo el daño.
Celebrar con comida a base de plantas es una opción más rápida, económica y una forma directísima de ayudar a los animales, y cuando ves la mesa llena de colores, frescura y sabor, te das cuenta de que no te falta nada.
Regalos con sentido. Si vas a dar algo, que sea significativo: tiempo, experiencias, conocimientos, cariño, no más cajas de comida que nadie abre o galletas que se quedan en la mesa.
Menos desechables, más colaboración.
Cocina en familia. Te lo recomiendo porque une, porque aligera el trabajo y porque todos terminan listos y guapos para la celebración sin estrés, además, el ambiente se vuelve más bonito.
Sé consciente del desperdicio y di no a tirar comida. Sirve únicamente lo que realmente vas a disfrutar y evita que los alimentos terminen en la basura. Cada pequeña acción cuenta para cuidar el planeta y honrar el esfuerzo detrás de cada ingrediente.
Porque cada plato que elijas se convierta en un acto de amor hacia nuestra cultura, y qué hermoso que signifique cuidar la vida.
Cuida tu vida no manejando si bebes alcohol, y mejor si no “pasas de copas”. Eso siempre trae problemas familiares o entre amigos. Cuida a los adultos mayores, su comida, hidratación, abrigo y por supuesto vigila bien a los niños.
Permitamos que nuestra familia disfrute de las fiestas en paz y armonía, compremos lo necesario, con lo que nos alcance evitando empezar el nuevo año con deudas.







