Ayer domingo 30 de noviembre de dos mil veinticinco se celebró en Guatemala el Día del Periodista con diversos actos en las entidades gremiales que albergan a los trabajadores del periodismo guatemalteco urbano y rural, hombres y mujeres que, por una u otra razón abrazaron esta profesión, la cual aparte de ser apasionante encierra uno y mil peligros producidos por la idiotez de quienes se consideran ofendidos al descubrirles sus verdades y negocios ilícitos, sobre todo en el ámbito político.
La palabra periodista, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española significa: persona masculina o femenina que se dedica al periodismo; y en su caso, periodismo significa la actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio informativo que sea este escrito, oral, visual o gráfico.
Los sinónimos de la palabra periodista suelen ser: informador, redactor, articulista, columnista, reportero, corresponsal, enviado, cronista y comentarista entre otros; tales palabras encierran la disposición, entrega, curiosidad, obligación social, satisfacción personal, proyección hacia la sociedad; aunque debe entenderse también como un trabajo remunerado al servicio de otra persona o entidad corporativa.
Usualmente, para realizar esta tarea, lo ideal es que la persona que lo desempeñe tenga un grado de cultura, educación, buen trato hacia sus interlocutores y sobre todo el dominio de la técnica que utiliza para realizar su trabajo. En Guatemala la tarea de ser periodista ha sido desempeñada por incontables personas que han ostentado diferentes grados culturales y de educación, asimismo, muchos que se forjaron como periodistas en el ejercicio de sus labores diarias.
En términos generales, los periodistas históricamente fueron, son y serán personas non gratas a quienes por una u otra razón han ejercido el poder político de este país; naturalmente, la oposición a los gobiernos se ha manifestado en todas las épocas de la vida política y social, por lo tanto, muchísimos periodistas han dedicado su trabajo, tiempo y hasta su vida para dar a conocer las ideas, comentarios y sugerencias para una mejor clase de vida para la población.
En mi caso particular, inicié mi actividad periodística formal en el diario LA HORA allá por los años mil novecientos ochenta y cuatro cuando estuvo bajo la dirección de don Óscar Marroquín Rojas a quien le guardo gratitud por haberme guiado en algunos aspectos de esta profesión; igualmente al periodista y amigo Oscar Clemente Marroquín Godoy bajo cuya dirección afrontamos los embates de los gobiernos militares recalcitrantes cuando trataron de imponer censura a LA HORA.
La persecución, intimidación, exilio y muerte han precedido la existencia de muchísimos periodistas que aparte de ver el periodismo como un trabajo, se concientizaron de la realidad guatemalteca y por medio de las letras y la voz lanzaron sus gritos de protesta para que la inversión pública llegara a su destino final y cambiar o por lo menos paliar las circunstancias de miseria en que aún viven muchísimas personas en este país.
Sea este artículo un sencillo homenaje para todas aquellas personas que por el ejercicio de esta bella y noble profesión, vivieron y viven las reacciones viscerales de los pasados gobernantes delincuentes, ministros saqueadores del erario nacional, diputados adláteres cómplices y alcaldes partícipes y encubridores de la tragedia inhumana denominada hambruna, corredor seco, poblaciones olvidadas de su existencia, analfabetismo, desnutrición e ignorancia permanente de un gran porcentaje de la población.
A los jóvenes periodistas, comunicadores y en general a quienes ejercen alguna acción considerada periodística, les insto a que lo hagan de la mejor manera posible, informando la verdad, documentándose para fundamentar sus ideas y comentarios y, sobre todo, ser honestos y diferenciar sus fuentes de información de las fuentes económicas que les pidan escribir por encargo. ¡SALUD!, COMPAÑEROS PERIODISTAS.







