No hay certeza en cuanto a dónde y cómo se empezó a celebrar la víspera del Día de Todos los Santos como el “Halloween”, palabra que no tiene traducción al español, pero que se supone surgió como un festival pagano que celebraban los celtas hace dos mil años, en el Reino Unido, Irlanda y el norte de Francia para conmemorar el inicio del invierno y el fin del tiempo de cosecha. En Guatemala, como en el resto del mundo, se ha convertido en una festividad en la que los niños tocan puertas en las casas repitiendo la frase Trick or Treat, que en español significa Trato o Truco en el sentido de que si no hay dulce se hace una travesura.
Y reflexionando sobre lo que estamos viviendo en Guatemala con la embestida que hacen los que están acostumbrados a vivir haciendo tratos para repartirse no solo los dulces sino todo el pastel y todo el dinero del pueblo, tenemos que entender que aquí vivimos desde hace muchos años en un perpetuo Halloween en el que todo depende de que la autoridad acepte los trucos porque de lo contrario las mafias sabrán cómo hacer sus travesuras. Esa es una realidad que no hemos logrado cambiar porque el poder de las mafias es fuerte pero además, extendido como un verdadero tentáculo.
Estos últimos días han sido un especialísimo Halloween porque los trucos de las mafias han proliferado en un intento desesperado por asegurar que no vayan a sufrir menoscabo en los procesos que se vivirán el año próximo para elegir autoridades tanto en el Ministerio Público como en la Corte de Constitucionalidad, el Tribunal Supremo Electoral y otras instituciones en las que las Comisiones de Postulación entrarán nuevamente en la jugada. De manera descarada, con la mayor desfachatez que pueda existir, se ha somatado la puerta de la casa a quienes tienen la obligación de gobernar el país, para que entiendan que si no hacen el trato deben enfrentar las mañas o trucos o travesuras propios de estas jornadas.
Siempre hemos dicho que toda forma de corrupción y negocios deben perseguirse, pero es clave que todo esto se haga en el marco de la ley, dentro de los procesos que dictan las normas y sobre todo, con las pruebas que no dejen lugar a duda.
En el Halloween normal los niños generalmente logran que se les entreguen dulces y casi todos los dueños de las casas tienen unos cuantos para repartir entre los que recorren las calles gritando Trick or Treat, aunque no entiendan ni el significado o la traducción de la frase. Pues exactamente igual andan ahora los que tienen controlada toda la institucionalidad, advirtiendo que si no les dan el dulce que les permita seguir sacando raja a los fondos públicos, vendrán los trucos o travesuras que pueden hacer desde sus posiciones de poder.
Ojalá que las autoridades electas por el pueblo no dispongan ceder y hacer tratos con los maleantes que han hecho tanto daño a todos los guatemaltecos, robando fondos que debieron servir para promover el bien común. No es tiempo de hacer tratos con los que, quitándose la máscara, se muestran tal y como realmente son.








