Y seguimos. Otra vez desvié del tema central de mi posición en cuanto a la pena de muerte, pero consideré necesaria esta digresión. Lo más correcto sería enjuiciar a los ladrones, falsificadores, secuestradores, asesinos, los empresarios corruptos, etcétera. con las reglas del debido proceso, embargar los bienes, intervenir sus empresas y confiscar sus cuentas bancarias, las de sus familiares y las de sus serviles y aduladores allegados y aplicarles la Ley de Extinción de Dominio. Juzgar a los mediocres salteadores del poder, a los merecedores de los favores del gobernante por su incondicional sometimiento a sus caprichos de adulación, de ambición y de vanidad. Pero debemos juzgar a esos delincuentes de cuello blanco, delincuentes y usurpadores, estos fronterizos, que retorciendo la ley objetiva y material de nuestro ordenamiento, pero sobre todo corrompiendo la moral, la ética y la conciencia, permitieron con sus consejos y sus aplausos, el saqueo del erario nacional.
Volviendo a la motivación principal de hoy, formados dentro de criterios y patrones con elevados grados de juridicidad y conciencia, abominamos la sola idea del fusilamiento a los ladrones y más que esa barbarie se aplique en presencia del pueblo. Pero también abominamos la impunidad en que ha caído la comisión de los delitos dentro de la sociedad guatemalteca. Como ciudadano siento una tremenda insatisfacción, porque NO se vislumbran a corto plazo ni a largo plazo, cambios de actitud en la conducción gubernamental, que lleven al correcto juzgamiento de la delincuencia de todo género y especie, no permitiendo ya más la impunidad de nadie dentro de nuestra sociedad.
En otras ocasiones hemos dicho que este país es un paraíso de la impunidad y la vanagloria del acto delictual, y hoy afirmamos que si los encargados de la seguridad y de la aplicación de la justicia no tienen la calidad intelectual, moral y humana para coadyuvar al entierro de la impunidad, del crimen y de la injusticia, que los manden a su casa y se confinen a las paredes de los templos a esperar las «revelaciones divinas» porque Guatemala lo que necesita hoy es una justicia terrenal con jueces terrenales y con penas terrenales, aún cuando dentro de éstas se encuentre lo del «ojo por ojo, diente por diente», porque el que a hierro mata a hierro debe también morir.
A veces, el sistema de justicia considera manipular en las cárceles, y hay evidencias y obstaculización de la acción penal, y por la corrupción y anomalías. Porque aquí hay una dictadura judicial y se sufre más daño en la imagen, cuando se garantiza impunidad a los asesinos. Hoy día en Guatemala es inexistente la justicia, la rectitud, la razón, la imparcialidad y la rectitud. Porque tenemos el rostro de la corrupción de un país podrido. Y como dice el dicho refrán: “Buena es la justicia si no la doblara la malicia, es contra justicia desairar a cualquiera…”
En Guatemala, tienen la avidez de los políticos, con su riqueza, y la corrupción ha incursionado en casi todos los ámbitos. Ellos, sus allegados, su familia malversan fondos públicos, y con esos fondos lujosas residencias, villas de descanso y condominios para ellos y su servil fanaticada, un país con inseguridad, un pueblo con más miseria y con más hambre. En fin, cada gusto de los políticos significa llevar más dolor y pobreza a quienes un día los eligieron.
Por eso, estimo atinado terminado este artículo, sobre la condenado a la pena capital, porque debe ser real, con una narrativa real e histórica para nuestra democracia guatemalteca. Porque hace siete días, al oír las declaraciones del presidente Arévalo, le pedimos que hagamos eco del adagio popular guatemalteco, que “la Pascua ya pasó y manden a los Pastores a la M” con el exministro de Gobernación y el exdirector de Presidios donde les corresponde, en la CÁRCEL. (FINAL).







