Hace 81 años Guatemala vivió uno de los momentos más vibrantes de su historia cuando el pueblo se rebeló ante la tiranía que por 14 años le venía sojuzgando desde que Jorge Ubico tomó el poder y que continuó cuando se lo entregó a Federico Ponce, quien ya preparaba su reelección. A mediados de 1944 el pueblo empezó a manifestar su descontento y con la ejemplar participación de universitarios y maestros forzó al tirano a dejar el poder, aunque la tiranía persistió a pesar de la ilusión que se había vivido cuando Ubico se fue de Guatemala.
Y decimos que nos urge otro movimiento similar que produzca el mismo resultado en contra de la tiranía. Según el diccionario de la Lengua Española, tiranía es el “abuso o imposición en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad” y desde hace tiempo, mucho más que los 14 años de Ubico, venimos sufriendo ese poder extraordinario de las mafias que controlan todo el aparato del Estado para facilitar sus negocios e impunidad. Ubico era un tirano que hacía su capricho aniquilando cualquier sistema de pesos y contrapesos que limitara su poder y exactamente lo mismo hacen todos esos sinvergüenzas que se adueñan de los fondos públicos.
De abril a junio de 1944 el pueblo manifestó y se produjo hasta la muerte de la maestra María Chinchilla el 25 de junio, tras lo cual arreció la protesta que obligó a Ubico a renunciar el primero de julio de ese año. El pueblo celebró el suceso y soñó con la democracia, pero el sucesor de Ubico llegó con la intención de quedarse, hasta que el 20 de Octubre se le derrocó y tomó el poder el famoso triunvirato de Arana, Toriello y Árbenz empezando una nueva era política en el país.
Hace poco más de dos años el pueblo de Guatemala reaccionó ante la tiranía de la corrupción y eligió a un Presidente ajeno al sistema con la aspiración de un cambio. Tristemente ese sueño, como el de julio del 44, no se cumplió porque el poder de la tiranía es mucho mayor de lo que la gente pensó, al mandatario le ha faltado ejercer el peso de la presidencia y vemos cómo ahora se preparan para aumentar su control de las cortes, del Ministerio Público y las autoridades electorales.
La tiranía está allí y resistió la embestida que llevó a la cárcel a Pérez Molina y Baldetti, al punto de que su poder ahora es mayor y más organizado, maniatando a un Presidente electo para acabar la corrupción pero que no encuentra el camino para hacerlo. Por ello es que creemos que hace falta un plan orquestado para el cambio, una reacción enérgica y firme de la gente honesta para acabar con esa tiranía que no tiene un rostro pero que sí posee un poder absoluto.
Puede ser un sueño el que tenemos, pero también lo fue en el 44 la idea de acabar con la tiranía y, gracias a ese pueblo, fue posible. Se vale soñar con un país distinto que use sus recursos para promover desarrollo y oportunidades a la gente y no para llenar maletas de ladrones que se hartan con los negocios del Estado.