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La revisión histórica nos permite ver un hecho crucial: aunque la chispa inicial de los movimientos de cambio político-social y las revoluciones (desde la Revolución Francesa) no siempre ha surgido dentro de los recintos universitarios, una poderosa hipótesis histórica sostiene que la universidad es el principal crisol institucional donde se conforman y refinan y movilizan ideas.

La universidad, cuando opera libremente, funciona como un ecosistema único —que ni los partidos políticos ni las asociaciones gremiales logran replicar— que facilita la gestación de ideas transformadoras a través de tres roles esenciales.

1º Como Laboratorio del Conocimiento Crítico. La esencia de la universidad es el conocimiento, y el conocimiento, inevitablemente, genera crítica. La crítica lleva a la conciencia, y esta, a la acción. Este ciclo se sustenta en: Libertad de Cátedra: Un espacio donde los alumnos y académicos pueden cuestionar el statu quo social, político y económico sin la presión inmediata del poder. Esto permite que las teorías revolucionarias se desarrollen, formalicen y contrasten intelectualmente. El otro elemento es la Concentración de Intelectuales: Las facultades atraen a los pensadores más agudos. Estos intelectuales son los que formulan los marcos teóricos que se convierten en ideologías de cambio (marxismo, neoliberalismo, movimientos por los derechos civiles, ecologismo, etc.). Sin estos marcos conceptuales, muchas revueltas serían solo desórdenes sin una hoja de ruta clara, como ha ocurrido en momentos de nuestra historia. Finalmente, la universidad debe actuar como Motor Científico: Más allá de la política, la universidad es la fuente de las revoluciones industriales. Las innovaciones en física, química o informática, gestadas en sus laboratorios, han transformado la economía y la sociedad de formas más profundas de lo que cualquier guerra o golpe de Estado podría lograr.

La universidad es el espacio ideal de la Dialéctica Generacional donde interactúan la juventud (el grupo demográfico más receptivo al idealismo y al cambio radical) y los académicos experimentados, generando una rica discusión. Eso significa que en su recinto se produce Toma de Conciencia: Los jóvenes universitarios, liberados de las ataduras laborales y familiares, utilizan las herramientas académicas (lógica, investigación) para comprender las causas estructurales de las problemáticas humanas y naturales. Debe generar un despertar basado en la metodología crítica que debe impulsar la reforma estructural o la acción social no violenta.

Si bien antes de la Revolución Francesa las universidades europeas eran a menudo instituciones conservadoras controladas por la monarquía o la Iglesia (y las ideas de la Ilustración surgían más bien en salones y cafés), el panorama cambió. A partir de las reformas post-revolucionarias y la adopción del modelo docencia, investigación y servicio, la institución se modernizó y se convirtió en el epicentro de las ideas. El siglo XX lo confirma: 1918: La Reforma de Córdoba extendió la influencia universitaria transformadora por Latinoamérica. 1920: las protestas y cambio de tiranía a democracia en Guatemala 1968: Las protestas estudiantiles globales (París, Ciudad de México, Praga) fueron movimientos nacidos y liderados desde los campus.

En conclusión, la universidad no es solo un lugar que enseña historia y ciencia; es el laboratorio donde se redacta el borrador de la próxima revolución o cambio social.

Por ello, si Guatemala busca un afianzamiento real de la democracia, la prioridad debe ser rescatar la Universidad de San Carlos. Solo una universidad que forme conciencias críticas, que exijan cambios estructurales, y no reproduzca fanáticos y corruptos, podrá ser constructora de una verdadera democracia y ciudadanía, como ha defendido nuestro compañero de opinión Raúl Molina.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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