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Desde su investidura como Pontífice, el Papa León XIV ha mostrado una muy serena autoridad y una gran coherencia, calificativo que puede parecer extraño hablando de ese fundamental cargo. Esta semana abordó dos temas fundamentales para el mundo moderno y en ambos planteó la necesidad de ser coherentes. Hablando de las políticas contra los migrantes, específicamente señaló a Estados Unidos -país donde nació- y dijo que lo fundamental tiene que ser el respeto a los derechos intrínsecos de la dignidad humana, rechazando cualquier acción de fuerza para reprimir a quienes por diversas razones, se vieron obligados o decidieron migrar.

En la misma actividad se refirió al fundamental derecho a la vida y ratificó el rechazo que la iglesia ha tenido hacia el aborto, que se ha popularizado tanto a lo ancho del mundo entero. Pero lo que llamó la atención fue que comparó el aborto con la pena de muerte, diciendo que no se puede ser “provida”, como se proclaman los adversarios del aborto, y al mismo tiempo estar a favor de la pena capital. El derecho a la vida es sagrado, dijo el Pontífice, y no se puede aplicar de manera selectiva.

Es un cambio muy grande porque en la práctica muchas sectas radicales dentro de la Iglesia Católica vociferan, con razones de fe, contra el aborto, pero están totalmente a favor de la pena de muerte como una sanción que consideran debe aplicarse en determinados casos. En La Hora creemos que los criminales que cometen atrocidades deben pasar el resto de la vida en la cárcel pagando por lo que hicieron. La iglesia ha tenido que ir asumiendo decisiones a lo largo de la historia para guiar con sabiduría a los fieles en temas generalmente polémicos que generan discrepancias y cuestionamientos, pero es evidente que León XIV está decidido a proclamar, sobre todo, la absoluta coherencia que demanda la fe cristiana.

Hay temas en los que la Iglesia ha adoptado posturas poco claras, como el de los abusos sexuales que cometen algunos sacerdotes y que, en muchos casos, son encubiertos supuestamente para preservar la imagen del clero ante el mundo, Célebre fue el caso del Cardenal Bernard F. Law en Chicago, Estados Unidos, quien quedó expuesto por una seria y profunda investigación periodística realizada por el Boston Globe que demostró la manera en que enterraba cualquier denuncia y protegía, enviándolos a otras parroquias, a los curas abusadores. El mismo Papa de entonces, el hoy Santo Juan Pablo II, tras la publicación del año 2002 trasladó al Cardenal a Roma para dirigir una basílica y alejarlo del escrutinio público.

La coherencia que muestra León XIV puede considerarse revolucionaria en muchos sentidos y sirve de ejemplo a los fieles para realmente entender que no puede haber divorcio entre fe y vida.

Redacción La Hora

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