Autor: Carolina Hernández Melendrez
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Editorial: youngfortransparency@gmail.com

Sobre el Autor: Estudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogada y Notaria, del departamento de Petén. Apasionada por la lectura, la historia y el pensamiento crítico.

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La juventud es la etapa más preciada de cualquier ser humano, donde se tienen sueños y metas, pero que muchas veces son aplastadas por la falta de oportunidades, es decir, oportunidades que no llegan en donde se reside, sino que se concentran en pocos lugares. Se suele hablar constantemente de la migración externa; sin embargo, no se puede dejar a un lado la migración interna, que muchas veces se tiene tan normalizada que pasa desapercibida pero que provoca un desequilibrio territorial con profundas consecuencias sociales, económicas y culturales.

Todos tenemos un conocido, amigo o familiar que ha salido de su comunidad de origen en busca de un futuro prometedor, dejando a un lado el lugar que lo vio nacer y crecer, llevando todo su potencial a otros lugares. Es importante considerar que este fenómeno tiene múltiples factores como la búsqueda de empleo, estudio, formación, salud, inseguridad, desigualdad territorial, entre otros.

Principalmente la Ciudad de Guatemala se ha convertido en el epicentro del país donde se concentran casas de estudio con excelencia académica, oportunidades laborales llamativas, los servicios de salud especializados y la mayor parte de la infraestructura pública y privada; este fenómeno de centralización ha generado un atractivo natural para quienes buscan mejorar su calidad de vida. Por otra parte, los departamentos del interior del país, enfrentan realidades muy distintas como sistemas educativos limitados, pocas fuentes de trabajo formal, carencia de inversión pública y altos índices de pobreza; ante ese panorama, migrar hacia la capital se convierte en la única alternativa para avanzar, no obstante, al llegar a la capital los jóvenes enfrentan altos costos de vida, discriminación, falta de redes de apoyo y precarización laboral. Además, la centralización de oportunidades, ha generado impactos profundos en la dinámica urbana como el transporte insuficiente, la congestión vehicular y la crisis habitacional que son manifestaciones visibles de este fenómeno.

No es superfluo mencionar que el aumento poblacional derivado de la migración interna ha generado una demanda creciente de transporte público y privado en la capital, esto produce congestión vehicular crónica que no solo implica pérdidas de tiempo, sino también costos económicos en términos de consumo de combustible y horas desaprovechadas, por lo que esto contribuye al desarrollo de estrés crónico, fatiga mental y ansiedad cotidiana, ya que el hecho de invertir varias horas al día en transportarse disminuye el tiempo disponible para el descanso, el estudio y demás actividades prioritarias, lo cual repercute negativamente en la calidad de vida.

En un país con tanta riqueza cultural y natural como Guatemala, resulta urgente repensar el modelo centralizado que concentra el futuro en una sola ciudad y margina al resto del territorio, solo así se podrá garantizar que el progreso no sea un privilegio de quienes migran, sino un derecho de todos los que deciden quedarse en sus comunidades. La migración interna en Guatemala no debería ser vista únicamente como un problema, sino como una alerta que refleja la falta de políticas de desarrollo equitativo y descentralización; ampliar las opciones de carreras universitarias, empleos formales, infraestructura y programas de inversión a los departamentos permitiría que los jóvenes no tengan que abandonar “la tierra que los vio crecer” para poder prosperar.

El Estado es quien debe garantizar la descentralización y la inversión territorial, sin embargo, la juventud debe organizar, innovar y emprender desde sus comunidades, participar activamente en los procesos de decisión para convertirse en un motor de cambio para que el desarrollo no sea necesario ir a buscarlo en la capital, sino que llegue a cada comunidad; porque la juventud del interior del país no es invisible.

Jóvenes por la Transparencia

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