Medicación
Foto La Hora: Diseño de Francisco Roberto Altán.
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Vivimos desde 1980, la expansión de la mala medicalización que en la actualidad alcanza todos los ámbitos de la vida actual y a lo largo de toda la vida de los individuos.

Hace cien años, el francés Jules Romains escribió una obra de teatro con el título de Knock o el triunfo de la medicina. El personaje central es un médico que parte de que la fe necesita pruebas para que la confianza no se disuelva y sin ella, no se confía ni en planes ni en qué sucede. El doctor centra el argumento de su ejercicio profesional en una frase del Dr. Claudio Bernard: “La gente sana son enfermos que se ignoran” y por tanto nuestro personaje justifica a partir de ello su trabajo “la conservación del enfermo” y en base a ello, desarrolla dos importantes tareas: La propaganda necesaria para poner en alerta a la población sobre el desconocimiento de su precario estado de salud y dos, infunde miedo en el paciente y en el sano, transformándolo en paciente y trata por todos los medios en alimentar la asimetría informativa entre él y su paciente. A lo largo de la obra, la medicina se erige como un poder y en manos de su tirano, es un producto y el médico su vendedor.

En la actualidad, los institutos de salud mundiales, ven como grave problema de salud pública con un impacto significativo en los costos y en la seguridad del paciente, la «mala medicalización» a menudo denominada sobremedicalización o polifarmacia inadecuada.

Mala medicalización no necesariamente se refiere solo a medicamentos falsos (como réplicas ilegales), sino a un escándalo de fraude en la investigación científica “no funcionan como se dice que funcionan; o se ocultan sus efectos secundarios; o no se informa sobre sus potenciales y adecuados usuarios y forma de uso”.

En la década de los 90 del siglo pasado, la revista British Medical journal en un artículo hablaba de estatinización de un producto médico de amplio uso y de su comercialización. Los institutos nacionales de salud indicaban que para el año 2000 un 13X106 personas tomaba estatinas y estimaba para el 2004 alrededor de 36X106 debería tomarla. En estos momentos la cantidad de consumidores se ignora, pero se considera que las estatinas son uno de los medicamentos más vendidos y recetados en todo el mundo debido a su eficacia para reducir el colesterol LDL (colesterol «malo») y, por ende, el riesgo de enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial. Se ha demostrado fehacientemente que el tratamiento con estatinas reduce el colesterol LDL (c-LDL) y la incidencia de enfermedades cardiovasculares en aproximadamente una quinta parte por cada reducción de 1 mmol/L en el c-LDL en diferentes pacientes, independientemente de su edad, sexo y riesgo cardiovascular, y que los regímenes más intensivos logran mayores reducciones del riesgo cardiovascular.

Recientemente el British Medical Journal, en un comentario crítico a las conclusiones de su uso, hacía ver que la evidencia epidemiológica sobre otros factores de riesgo relacionados con la conducta, como el tabaco, falta de ejercicio físico y dieta inadecuada, que son responsables del 80% de la enfermedad cardiovascular, era una forma más correcta de prevenir y tratar los problemas cardiovasculares, que los tratamientos farmacológicos que deben ser vistos como “una estrategia individualizada” considerando riesgos. En tal sentido, la consecuente «estatinización»: «no es seguro que llegue a ser uno de los mayores logros o uno de los peores desastres de la historia médica» afirman algunos.

El ejemplo de las estatinas se puede ampliar a otros medicamentos como los antiulcerosos. Igualmente desde hace décadas, la medicalización se ha extendido hasta la prevención, imitando en ello al uso de mamografías papanicolaus, Antígeno Prostático Específico (PSA). De igual manera nos topamos con problemas sociales vueltos médicos y de tratamiento medicamentoso como el síndrome de Sissi (depresión sin que se den cuenta) eyaculación precoz (procesos de estrés por tipo de vida laboral y social). En tal sentido, no resulta extraño que etapas y eventos de la vida como parto, fertilidad, menopausia, falta de sueño, tipos y momentos de la alimentación sean motivo de mala medicalización, sin considerar o tocar la fuente que les lleva a ser eventos adversos.

En consideración a lo anterior, para muchos expertos, la medicalización comercial mal publicitada y difundida, es toda una epidemia y sus efectos pueden ser de una naturaleza adversa que aún desconocemos.

Lo comercial es de suma importancia en este mal. Autorías fantasmas en beneficio comercial que se producen en gran escala y a través de la publicidad comercial. Médicos que firman artículos, por supuesto con el debido pago, a favor de algunos productos y que ellas luego presentan al gremio médico como verdades “basadas en evidencia”. Son numerosos los casos de fraude en la investigación en beneficio de una casa productora de un determinado medicamento con subvenciones para investigación y honorarios por conferencias a los autores.

Se desconoce el número de falsificaciones como problema adjunto y clave en la mala medicalización tanto en preparación y contenido. La falsificación de productos farmacéuticos representa un mercado ilícito masivo y en crecimiento a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en los países de ingresos bajos y medianos, al menos uno de cada diez productos médicos en circulación es de calidad subestándar o está falsificado. En algunas zonas, esta cifra puede ascender al 30% del mercado.

La principal manifestación de la sobremedicalización a través de la publicidad es cada día mayor. El consumo de medicamentos sin control e innecesarios aumenta drásticamente con la edad y en nuestra sociedad y las de todo el mundo. La prevalencia de polifarmacia (tomar múltiples medicamentos) a nivel mundial sin clara necesidad de ello y sin consideración de efectos secundarios en algunos países, se considera afecta al 57% en adultos mayores.

La polifarmacia es identificada por el personal de salud y el mundo científico, como un factor de riesgo para la morbilidad (enfermedad), la mortalidad y el mayor uso de recursos sanitarios. Conduce a un aumento en los eventos adversos para una persona incluso el deterioro cognitivo y sobrecarga de los servicios e ingresos hospitalarios. Pues suele ir acompañado de mal uso de medicamentos y dosis inadecuadas.

La prescripción innecesaria de parte de los profesionales de la salud, pero también el uso personal de fármacos en la población (autoprescripción), se relaciona con un aumento considerable de los costos para las personas y sus consecuencias adversas directas e indirectas, elevan los gastos sanitarios en miles de millones de dólares anualmente.

Muchos estudios enfatizan que la calidad de la atención (y por extensión, la medicalización) no es igual para todos. Las comunidades minoritarias y con bajos ingresos, a menudo experimentan resultados de salud deficientes tanto en prestaciones médicas como en el acceso y consumo de medicamentos. Una mala medicalización es más frecuente en los grupos con más deterioro socioeconómico.

Desconocemos en nuestro medio –no existen estudios serios al respecto– el involucramiento de los profesionales de la salud en este problema y su impacto en la morbi-mortalidad de la población. Los errores médicos (incluyendo errores de medicación) han sido citados en informes oficiales como la tercera causa de muerte en EE. UU., después de las enfermedades cardíacas y el cáncer.

Hay otro elemento médico que puede estar jugando un problema serio en la mala medicalización y es la fragmentación de la atención que tiene nuestro sistema de salud. La falta de coordinación entre múltiples médicos y especialistas (la fragmentación del sistema de salud) es una de las principales causas de la polifarmacia. Cada médico trata una condición diferente, añadiendo un medicamento sin tener una visión completa de todos los fármacos que el paciente ya toma y de toda su fisiopatología de su estado de salud.

El sistema de salud nacional dedica recursos significativos a monitorear condiciones agudas y crónicas de las enfermedades, pero tiene programas muy pobres de énfasis de vigilancia no solo en el recetar, sino mejorar la detección temprana, la adherencia y la gestión integrada de la salud de las poblaciones.

En resumen: resulta claro que la mala medicalización no solo obedece a razones paciente-población, a inequidades (automedicalización) de y en prestaciones de salud sino también al funcionamiento del sistema de salud. Esas tres condiciones no pueden obviarse, las tres son prioritarias en el combate a la mala medicalización (polifarmacia crónica y potencialmente inapropiada) que contribuye a altos costos y resultados deficientes de salud y la carga de errores médicos en el sistema de salud.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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