Al final de un vasto corredor del Teatro de Cámara “Hugo Carrillo” en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, el poeta, escritor y creativo musical, como él se describe, Joaquín Orellana, custodia un arsenal musical que ha construido con el paso del tiempo, y que utiliza periódicamente para enardecer los oídos.
Este próximo 23 de septiembre, Joaquín Orellana presentará las obras “Antinomia” y “Transiciones”, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, durante el “Festival de Junio 2025”.
El maestro Joaquín Orellana explicó que el término antinomia se refiere a la contradicción existente entre dos leyes vigentes, así como la contradicción entre un precepto y una misma ley. “Ese es el significado original teórico”, detalló.
La voz relajada, por la que pesan 94 años, continuó explicando que “más ampliamente, resulta antinómico o antinómica, toda organización cuyos elementos tengan contradicción, entre ellos mismos. Ese es antinómico. Entonces, la obra que yo le titulé Antinomia, se debe a que tiene instrumentos opuestos. Una antinomia es tanto una contradicción como una oposición”.
De acuerdo a Orellana, en la obra hay un quinteto de cuerdas frotadas con arco, compuesto por dos violines, una viola, un violonchelo y un contrabajo, los cuales afirmó que son instrumentos con sonido refinado, y con el que los instrumentistas imprimen un vibrato.

“Eso hace que el sonido sea más hermoso, más bello, y, por otra parte, se les asocia mucho al purismo de la época clásica. También se les asocia mucho a la música o la expresión musical de cualquier estilo, que tenga una naturaleza romántica”, añadió.
Orellana subrayó que también intervienen otros sonidos, que son los útiles sonoros o esculturas sonoras, los cuales tienen una manera de sonido más tosca, que pueden catalogarse como extraños o exóticos, y que generalmente son percutidos, mientras que los instrumentos de cuerda son frotados.
En línea de lo anterior, subrayó que los útiles sonoros no son instrumentos en sí, puesto a que un instrumento es el fruto de una evolución técnica en su mecánica a través de años o décadas.
“Esta oposición que hay entre los instrumentos de cuerda de arco y los útiles sonoros que son de naturaleza más tosca, esa oposición es la que define el título de antinomia, pero por ciertas técnicas de composición yo logro que haya un hermanamiento entre las dos fuentes opuestas, de manera que logro una fusión, por eso la obra de antinomia tiene un subtítulo entre paréntesis que dice oposición-fusión. Así se desenvuelve la obra, entre el quinteto de cuerdas, su refinamiento y el sonido, tan de otra naturaleza de los útiles sonoros y las esculturas sonoras”, añadió.

UN FENÓMENO ACÚSTICO
Bajo esta misma línea, Joaquín Orellana destacó que en los útiles sonoros, lo que suena es la textura sonora, por lo que indicó que no son para tocar piezas.
“Yo he hecho música, desde luego, una música propiamente dicha, incluso obras, por ejemplo para violín y piano de tipo romántico, o de violín solo, muy contemporáneo, y de hecho también música de cámara, cuarteto de cuerda, quinteto de cuerda, para violín y piano, he escrito también para piano solo. He abordado la música propiamente dicha, aparte es todo esto (los útiles sonoros), que como yo les decía a unos estudiantes: ‘de aquí nunca va a salir el Danubio Azul’”, agregó.
Apuntó que una cosa es el sonido organizado como música refinada, y otra es la textura sonora.
Por lo anterior, explicó que la textura significa tejido, por lo que en sus útiles sonoros hay texturas sonoras o entretejidos sonoros, lo cual es otro mundo en la música, pero al final “siempre es música.
De acuerdo a Joaquín Orellana, la música es un fenómeno acústico hecho arte, ya que no se trata de un fenómeno óptico, conceptual, literario, poético, sino acústico.
“Siendo, pragmático, en el sentido realmente físico del origen de las cosas, y la música tiene como origen provenir del fenómeno acústico”, recalcó.

TENEMOS QUE ENFRENTARNOS A LA INCOMPRENSIÓN
Asimismo, el artista resaltó que la música establecida se ha dado desde el clasicismo, el preclásico, el barroco, luego en el periodo romántico y el periodo modernista, el cual tuvo opositores, quienes centraban su oído y su gusto en la música tradicional.
“Todo cambio en la evolución del arte provoca divergencia. A unos les gusta, a otros no les gusta, en fin, pero al final de cuentas todo es lo mismo, todo proviene de un fenómeno acústico hecho arte. Entonces, cuando hay algo muy opuesto a lo que se está acostumbrando a escuchar, resulta que muchos se oponen, atacan, comienzan a denostar cierto tipo de música”, indicó.
Joaquín Orellana también resaltó que existe la «critiquilla poblana», la cual es la crítica de provincia, en donde generalmente el arte se ha quedado estancado solo en una época, por lo cual lo nuevo y diferente les parece incongruente, se siente atacados y reaccionan en contra.

“Lo cual también es natural y los artistas, pues todos, unos más, otros menos, tenemos que enfrentarnos a la incomprensión y también al esnobismo verdad, porque el esnobismo es el mundo de los farsantes que simulan ser contemporáneos, pero en realidad son farsantes, o sea que los artistas de un modo general tenemos que enfrentarnos a la incomprensión”, recalcó.
A su vez, Joaquín Orellana sostuvo que en provincias como Guatemala, los artistas se tienen que enfrentar a la burocracia sorda e indiferente y naturalmente, al analfabetismo cultural que existe y prevalece, desgraciadamente.
Sin embargo, el maestro Orellana reafirmó que el atraso cultural no es culpa de los guatemaltecos, sino de los cinco siglos de dominación y mestizaje.
A criterio del artista, el mestizaje creó la dominación racial, ya que en el territorio no existía mestizaje, puesto a que los mayas eran una “raza pura”, al igual que los mam, quekchís y demás comunidades indígenas.
De acuerdo a Orellana, las poblaciones indígenas han sido odiadas, y durante la colonia les obligaban a componer misa, lo cual formó parte de una forma de dominación.

A su vez, resaltó que los españoles obligaron a las organizaciones indígenas a construir iglesias, cuando no las necesitaban, ya que tenían sus propios ceremoniales y creencias.
“Pero las nuevas generaciones han venido con más disposición mental a aceptar las cosas nuevas. Yo fui denostado, muy criticado, mis obras fueron detractadas por gente retrógrada, mientras que las nuevas generaciones estuvieron ya más dispuestas para aceptar lo nuevo”, subrayó.
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