Manifestantes antigubernamentales marchan por Sao Paulo, Brasil, el domingo 13 de marzo de 2016, mientras llevan dos efigies inflables, una del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, con uniforme de preso, y otra de la mandataria Silva Rousseff disfrazada de ladrona y en cuya banda dice “juicio político”. (AP Foto/Andre Penner)

Por Ana María Pomi

Río de Janeiro,
Agencia dpa

Millones de brasileños propinaron hoy un duro revés a la presidenta Dilma Rousseff, su antecesor Luiz Inacio Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores (PT), en sendas protestas marcadas por consignas mordaces, algunas ofensivas, que reflejan la indignación que se apodera del país.

Más de tres millones de personas, según datos de la policía militarizada divulgados por el portal «G1», del grupo Globo, acudieron a los actos en más de 200 ciudades de todo el país.

«Fuera Dilma», «PT nunca más», «Lula a la cárcel» y «Basta de corrupción» son las consignas que sintetizan el objetivo central de las protestas, que por primera vez desde que Rousseff asumió el Gobierno, en 2011, contaron con el aval expreso, e incluso la participación, de partidos y políticos opositores.

Una profunda decepción con el Gobierno de izquierda, que llegó al poder en 2003 de la mano de Lula y con la honestidad como bastión, y una virulenta indignación por la situación en la que se encuentra el país, en recesión económica, parálisis política y desmoralizado por sucesivos escándalos de corrupción, fueron los sentimientos que más sobresalieron a los actos que tiñeron de verde y amarillos las calles del país.

La ira popular por las denuncias de vínculos con la trama de corrupción en Petrobras, que alcanzan a políticos de todos los partidos y a los principales empresarios del país, fue avivada en los últimos días, después de que Lula fue denunciado penalmente, interrogado y objeto de un pedido de prisión preventiva bajo sospecha de haberse beneficiado con los fraudes en la petrolera estatal.

«DilMafiosa» y «LuLadrón» fueron los calificativos más benévolos contra los dirigentes de izquierda expresados en Río de Janeiro, donde un mar de gente ocupó ocho cuadras, en todo su ancho, de la avenida Atlántica, en la playa de Copacabana.

La algarabía generalizada ante la irrupción en la marcha de un vehículo militar encabezado por un muñeco soldado en tamaño natural y precedido por una bandera de Brasil cargada por unas diez personas cantando el himno nacional ilustra la tolerancia que existe hacia los que consideran que una intervención militar no es lo peor que podría sucederle al país.

Eliana, una votante de Lula en 2002, de 59 años, pide «intervención militar ya». A su entender, «no hay otra forma de encaminar a Brasil», país que «no está preparado para la democracia» porque confunde «libertad con libertinaje».

«Todo Brasil votó por Lula porque la gente confiaba en él, porque él era del pueblo. Era un don nadie, semianalfabeto, era un trabajador brazal. Entonces, todos confiamos en que un proletario iba a entender todos nuestros sufrimientos, la falta de educación, la falta de salud (…) Pero él se aprovechó. Lula es un traidor, engañó a la nación», afirmó a dpa.

Marcos, de 40 años, explicó por qué, en su opinión, el PT es el principal, casi exclusivo blanco de las hostilidades de la población por actos de corrupción, cuando ésta alcanza a políticos de todos los partidos.

«(Ser corrupto) es algo general, lo hacen todos. (…) Ahora, el PT, es que es el mayor ejemplo de esto, porque está en el poder hace 13 años, niega que es corrupto, y dice que no sabe nada. Si se está en el poder durante tanto tiempo es imposible no saber: o es negligente o es connivente», sentenció.

En un acto sin precedentes, la ciudad de Sao Paulo, epicentro histórico de las manifestaciones populares en el país, reunió casi dos millones de personas, según los organizadores.

El instituto Datafolha, vinculado al diario «Folha de Sao Paulo», aseguró que hubo cerca de medio millón de participantes. De cualquier manera, tal como aclaró el diario, se trata de la mayor manifestación que recibe la metrópolis en su historia.

Fue en Sao Paulo donde el principal opositor del Gobierno, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), estuvo representado por el presidente de la agrupación, el senador Aécio Neves, y el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), entre otros.

Según el portal del diario opositor «O Estado de Sao Paulo», algunos legisladores que pronunciaron discursos durante el acto fueron hostilizados por los manifestantes.

Asimismo, el juez federal Sérgio Moro, quien encabeza los procesos vinculados a la operación Lava Jato de la Policía Federal -que investiga los fraudes en Petrobras- fue el héroe de la jornada, con numerosas menciones a su trabajo.

«Somos todos Moro», «Moro, los nietos de Brasil te agradecerán» y «Moro y Policía Federal, líbrennos de la corrupción», entre muchas otras consignas, sintetizaron el sentir de los manifestantes, que se dicen «hartos de la corrupción».

En Brasilia, donde la protesta terminó pasado el mediodía, la policía militar calculó unas 100.000 personas en la marcha, que partió de la plaza del Museu da República y teminó en las proximidades del Congreso Nacional.

También hubo protestas en al menos 22 estados y el distrito federal.

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