Lima
DPA
Aunque faltan cuatro semanas para las elecciones presidenciales del Perú, el proceso es tan extraño que ni siquiera se sabe con certeza quiénes serán los candidatos.
La derechista Keiko Fujimori, a quien los sondeos le dan la mejor opción, aún tendrá que enfrentar un proceso por haber entregado dinero en un mitin, conducta que ya le costó la expulsión del proceso al populista César Acuña.
Para analistas, ante igual falta, la sanción debería ser la misma, y el partido Fuerza Popular (FP), debería quedar sin postulante. Pero son más los que creen que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no se atreverá a sacarla.
Para el liberal Julio Guzmán, cuya inscripción fue declarada improcedente por problemas de democracia interna en el partido Todos por el Perú (TP), unas elecciones sin igualdad son «ilegítimas», al igual que las autoridades que deriven de ellas.
Guzmán era, según encuestas, el único capaz de vencer a Fujimori. O quizás debería conjugarse en presente, pues miembros del propio JNE afirmaron el viernes que el replanteamiento que pidió casi como trámite sí tiene alguna posibilidad de prosperar.
Es decir, el candidato al que todos velaron esta semana, podría resucitar.
Medios periodísticos revelaron documentación que indica que en el comité electoral del partido liberal Peruanos Por el Cambio, que decidió la candidatura presidencial de Pedro Pablo Kuczynski, había no militantes en la organización, es decir, el mismo caso que PT. Pero ahí, reclama Guzmán, no se dijo nada.
Y la revista «Poder» documentó que el Partido Popular Cristiano violó supuestamente su reglamento cuando decidió sumarse a su otrora archirrival, el Partido Aprista Peruano (PAP), en el apoyo a la candidatura derechista del ex presidente Alan García.
El malestar de diversos sectores se centra en que las autoridades electorales, tan duras con TP, supuestamente hicieran vista gorda ante una deficiencia que hubiera sacado de carrera a García, quien, al margen de que esté relegado en las encuestas, es señalado por sus adversarios como quien todo lo manipula.
Dos de los cinco magistrados del JNE han sido acusados por la prensa de ser del entorno de García. Incluso uno, Jorge Rodríguez Vélez, integró su polémica comisión de indultos, blanco de procesos judiciales por haber favorecido a narcotraficantes.
Las teorías de conspiración que se manejan en las redes sociales y en las esquinas de barrio apuntan a que el ex presidente ya no sueña con ganar, pero quiere al menos garantizar que Fujimori, con quien tiene estrecha relación, sea la elegida cuando las pesquisas por la corrupción en Brasil parecen amenazarlo.
El medio de un proceso kafkiano, el gobernante Partido Nacionalista anunció el viernes su retiro. Lo hizo cuando los sondeos le daban menos de uno por ciento de intención de voto, el mayor fracaso histórico que se recuerde del oficialismo.
Entre los candidatos «pequeños» todo es duda. La analista Rosa María Palacios calculó que de 14 partidos o alianzas que siguen en carrera, hasta ocho podrían retirarse antes de los comicios, al amparo de la nueva ley que los faculta a faltar a una contienda si perder la personería, lo que sí sucederá si participan y no llegan al cinco por ciento de los votos.
Sin la certeza sobre los candidatos, las especulaciones pierden fuerza. Kuczynski, el centrista Alfredo Barnechea y hasta la izquierdista Verónika Mendoza -en un país profundamente antisocialista- ganan fuerza con la ausencia de Guzmán, pero éste aún es un fantasma que da vueltas.
Las encuestas dicen que Fujimori -salvo que se dé una sorpresa y la excluyan- ganará el 10 de abril pero sin el 50 por ciento de votos, por lo que la duda es quien la acompañará en el duelo decisivo del 5 de junio: ¿Kuczynski, Barnechea, Mendoza, el quizás revivido Guzmán, el nunca descartable García?