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Año con año, desde el golpe de Estado en Chile para derrocar a Salvador Allende –golpe propuesto y alentado por Kissinger y Nixon desde la Casa Blanca y realizado por las fuerzas armadas y los carabineros de Chile, con participación de la derecha chilena– América Latina y el Caribe ha señalado este rompimiento violento de la democracia chilena como una de las mayores agresiones del imperio en el siglo XX. Posteriormente, Guatemala tuvo razón particular para recordar con tristeza e indignación este día, al ser brutalmente asesinada por “escuadrón de la muerte” la antropóloga Myrna Mack, en 1990, para aterrorizar a la sociedad civil.

El 11 de septiembre de 2001, en EE. UU., ocurrió el ataque terrorista contra Nueva York y el Pentágono, con saldo de más de tres mil doscientas víctimas mortales, que conmocionó a ese país y al mundo. La respuesta del gobierno estadounidense a este hecho fue de venganza, no de erradicación del terrorismo. En ese deseo de venganza, el imperio definió que los terroristas no tenían derechos humanos, abriendo la puerta a crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Agredió a Iraq, bajo dos falsas excusas: participación en el ataque terrorista y tener armas de destrucción en masa. No sólo derrocó al régimen iraquí, sino que causó la muerte de cientos de miles de personas, la mayoría civiles no combatientes. Rompió el Estado de derecho, nacional e internacional, y generó las condiciones para llegar a la situación actual, en la que Trump destruye la democracia liberal estadounidense e Israel perpetra genocidio contra el pueblo palestino en Gaza. Es el supremacismo estadounidense y el sionismo israelí.

Sostengo que hay una vinculación directa entre la respuesta de EE. UU. al ataque del 11 de septiembre y el genocidio actual en Gaza. Bush Jr. abrió el período en que EE. UU. procedió abiertamente a perpetrar secuestros, detención arbitraria, traslados transfronterizos, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y uso malévolo de la tecnología para matar a distancia, prácticas que Israel ya había venido aplicando en su ilegal e inmoral ocupación de territorios árabes y palestinos. Biden dio luz verde a la venganza israelí en 2023 y permitió que Netanyahu procediera al holocausto del pueblo palestino –a la fecha, cerca de setenta mil muertos, con altísimo porcentaje de mujeres y niños–.

Con el silencio de Occidente y el tenebroso revanchismo de Trump, Israel se apresta a hacerse de los territorios palestinos. El genocidio vuelve a ser el instrumento de dominación, como en tiempos de Hitler, utilizado inhumanamente por los criminales de guerra Netanyahu y Trump, a cargo de los gobiernos estadounidense e israelí. Aunque muchos pueblos están ya en pie de lucha contra el fascismo y las variantes del imperialismo, en Guatemala, sumida en el temor generado por las mafias criminales y corruptas y con un gobierno impotente para actuar contra ellas, la población no reacciona ante la bestialidad estadounidense-israelí, con la vana esperanza de que el oscurantismo termine pronto, lo cual no ocurrirá si no dejamos nuestra indiferencia y comodidad, para enfrentar a las fuerzas del mal.

 

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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