A juzgar por sus indicadores de calidad, esto es, de cobertura, 2% de la población general y 4% de la población en edad de educación superior (18-25 años) tiene acceso. Este es el indicador de cobertura más bajo de América Latina donde el promedio anda por el 50%. La eficiencia terminal, número de graduados en el tiempo que dice el currículo fue reportada como de 28% en general por Gómez Willis, con programas como Derecho que tienen apenas 10% de eficiencia terminal. Sí, el 90% de quienes estudian derecho no se gradúan en el tiempo que dice el currículo sino tarda en promedio 15 años y muchos nunca se gradúan por el alto abandono. A juzgar por estos datos la Universidad de San Carlos, USAC, es un fracaso como propuesta educativa.
En principio, debido a estos indicadores la USAC no solamente sale carísima si no que a sus autoridades superiores no les interesa resolver estos problemas. ¿Por qué? Porque no hay motivación para cambiar, siempre reciben un 5% del presupuesto nacional, sean buenos o malos, da igual, nadie los controla, son «autónomos». Sí, autonomía es la palabra clave de la corrupción y la autonomía se convierte en la excusa perfecta para el autoritarismo, para la ineficiencia, para la incapacidad y para mantener un sistema que solamente le da dividendos, que solamente le sirve bien a un grupo de corruptos que confundieron a la universidad con un partido político de mala muerte desde donde intercambian favores de todo tipo y a fuerza desean mantener el poder como lo refleja el triste caso de la Escuela de Ciencias Psicológicas o el nuevo caso de July de Paz, una persona honesta y preparada que se postula para el Consejo Superior y por ese pecado es reprimida y hasta despedida injustamente de su trabajo
Ya sé, los san carlistas ciegos dirán que no reciben el 5%, que recibe menos, que les dieron tres mil millones de quetzales y eran cuatro mil millones para el 2025. Cierto, hay una controversia sobre el monto real considerando las diferentes concepciones de Cuentas Nacionales, pero ni eso han investigado científicamente en San Carlos porque la Facultad de Ciencias económicas se encuentra cooptada por corruptos, excandidatos a vicepresidentes, generadores de plazas para la fiscal general, utilizando la cátedra y la institución para sus intereses politiqueros particulares.
Ciertamente algunas facultades ya empezaron a tomar cartas en el asunto de la bajísima tasa de graduación. La Facultad de Ciencias Económicas generó un normativo para aumentar las formas de graduación y en el Campus de Quetzaltenango la división de Ciencias Económicas también lo hizo. La solución que propusieron es que los estudiantes se podían graduar si tenían un año ganado de alguna maestría en ciencias económicas. ¡Qué barbaridad! Esto es como dicen en Estados Unidos, poner la carreta delante de los caballos. Para empezar, los postgrados en a USAC son un gran negocio, solamente eso. Si las licenciaturas no tienen calidad, los postgrados menos. Las escuelas de postgrados funcionan con profesores que no pertenecen a la carrera docente y que son colocados por sus amigotes como puestos de consolación antes, durante y después de procesos políticos.
Son pocos los postgrados de calidad en la USAC. Se pueden contar con los dedos de una mano: Los programas de la Escuela Regional de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ingeniería, el programa de maestría de Ciencia y Tecnología del Recurso Hídrico del Centro Universitario de Occidente, los programas de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, los programas de la Escuela de Física y Matemática, programas creados científicamente, con profesores y apoyo internacional, con laboratorios de alta calidad, con agendas de investigación científica y con investigadores de verdad.
Así que en términos generales la USAC anda por la calle de la amargura en su propuesta educativa y en eso que no comenté en esta entrada la farsa de la Facultad de Humanidades, facultad con unas llamadas «extensiones universitarias» que andan repartiendo títulos a diestra y siniestra, títulos de dudosa capacidad académica donde hasta alcaldes ponen a dar clases. Pero lo peor es que hemos normalizado todo esto. Ciertamente hay muchos factores sociales diferentes de la corrupción que pueden explicar el estado de cosas en la San Carlos, como que los estudiantes son trabajadores y no se dedican a tiempo completo a sus estudios. Eso es aprovechado por el profesorado que también tienen una actividad económica principal fuera de las aulas universitarias y le dedican las sobras a la San Carlos. No importa si son profesores de tiempo completo. Todos tienen otra actividad principal y esa no es una actividad académica. Realmente ya no hay profesores universitarios, ya no.
Pero lo peor, al final, es que la San Carlos ha sido el modelo que siguieron muchas otras universidades privadas en Guatemala, con la excepción de la Universidad del Valle de Guatemala que decidió no tener la carrera de Derecho ni Auditoría por lo que no anda perdiendo el tiempo en comisiones corruptas de postulación. Este estado de cosas en las universidades guatemaltecas las presentan como una caricatura cuando se comparan con sus contrapartes latinoamericanas, no digamos si se comparan con universidades norte americanas o europeas. Simplemente no hay comparación.
Este estado de cosas en la USAC, y en general en las universidades guatemaltecas, ha creado un ambiente autoritario, repetitivo, dogmático de la cabeza a los pies. Las acciones autoritarias y corruptas de la cabeza, del Consejo Superior Universittario, su desinterés por mejorar la academia, su bajísima inversión en investigación científica (5% del presupuesto va para investigación y la mayoría se gasta en burocracia y no en investigación científica real) hacen una institución burocrática y autoritaria. Los alumnos se sientan pasivamente a escuchar clases aburridas y repetitivas pasadas de moda en una época permeada por la Inteligencia Artificial que no encuentra uso en las autoritarias aulas universitarias.
Metafóricamente, cuando hablo de la San Carlos, estamos con un carrito viejo que compramos en 1944, marca Oldsmobile, que funcionó muy bien por 30 años, que empieza a fallar en 1970 por lo que empezaron a chapucear con escuelas no facultativas, centros universitarios de bajo nivel y con eso el carrito aguantó otros 20 años más, o sea 50 años, pero ya no dio más. Ya no hay repuestos, ya no existe la marca Oldsmobile, ya no funciona. Hay que comprar otro. En eso estamos.