Estuardo Gamalero C.
ajustandovelas@gmail.com

Lamentablemente, en un Estado como el que tenemos, nunca alcanzará suma de dinero alguna para satisfacer las necesidades de la población, pues la mayoría de recursos que ingresan a las arcas del Estado, se escapan como agua a través de los hoyos de las estructuras estatales. Llora sangre ver a ciertos sindicalistas estatales manifestando, para pedir que el Estado se endeude a cambio de ellos recibir el objeto de sus pretensiones.

Vivimos en una sociedad carente de transparencia en el gasto público, en donde la corrupción ha estandarizado un modelo de cobro de comisiones en casi cualquier negocio que se pretenda hacer con instituciones de gobierno. El contrabando se traspasa tal cual estafeta cada cuatro años. La evasión de la Ley de Contrataciones del Estado, mediante la atomización de compras directas sin tener que pasar por mecanismos de cotización y/o licitación, cada vez es mayor.

El incremento patrimonial de muchos funcionarios públicos y sus padrinos, no se logra explicar en el mundo de los negocios legítimos, más sí, en el del oportunismo que la Contraloría General de Cuentas, el Ministerio Público y los Tribunales de justicia no logran desarticular.

A partir del año 1986, el presupuesto de la Nación ha venido incrementándose a niveles que sobrepasan cualquier lógica elemental y que una ama de casa entendería para la manutención ordenada de su hogar, sin embargo, a partir del año 2008, mediante la aparición de los programas sociales que atraen simpatías electorales, el Presupuesto de la Nación y la deuda pública han comprometido exponencialmente el futuro de las próxima generaciones, más allá de las posibilidades reales que tenemos como país. Los gobernantes que hemos tenido, han preferido sostenerse en mentiras piadosas que les cuentan a los pobres, que educarlos y enseñarles la realidad de lo que necesitan para progresar. Ha sido más fácil venderles a los necesitados la cantaleta de haber sido explotados desde tiempos de la Conquista, que llevarles educación y la infraestructura para salir adelante.

En todo caso, sobre lo que quiero reflexionar el día de hoy (sin restarle importancia a ese camino equivocado que describo en los últimos dos párrafos), es que, el problema de fondo no resulta ser la demencia de pedirnos más a los que producimos, o de endeudarnos como nación para hacer obras públicas y atender servicios sociales, sino más bien, que el Estado que tenemos es un Tonel lleno de hoyos, a través de los cuales se escapan los impuestos e ingresos que se recaudan; y para quienes se están beneficiando de esa estructura con hoyos, es más fácil y atractivo llevar más agua y colocarse con su propio guacal a recoger lo que tienen a su alcance, que componer los agujeros del tonel y velar porque todo lo que se recaude, se administre y ejecute al amparo de la ley. Dicho en otras palabras, es como pretender que Drácula ponga en orden el Banco de Sangre que está cuidando.

Termino con una frase que se le atribuye “parcialmente” a Thomas Jefferson: Los dos grandes enemigos del pueblo son los criminales y los gobernantes, así que sujetemos a los segundos a las cadenas de la Constitución para que no se conviertan en la versión legalizada de los primeros.
Ánimo y #rescatemosguatemala

Artículo anteriorVampiros, neocaníbales
Artículo siguienteLas contradicciones de la justicia: del cielo al suelo