Las detenciones de guatemaltecos en la frontera sur de Estados Unidos (EE. UU.) han caído drásticamente desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Una fuerte campaña de advertencias y constantes mensajes de los funcionarios estadounidenses han hecho mella en las poblaciones de los países expulsores, como no había sucedido antes.
Si bien, en el pasado se enviaban mensajes que advertían de los riesgos de migrar de forma irregular, los migrantes guatemaltecos salían por cientos cada día. Según cálculos del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) hay más de tres millones de connacionales radicaban en EE.UU. a inicios de este año.
Pero las actuales autoridades han implementado una fuerte campaña comunicacional, a la que se suman constantes noticias acerca de las políticas que implementa la administración Trump, que incluye detenciones que no ocurrían antes, por ejemplo, al salir de una audiencia judicial o en granjas agrícolas, o en estados que históricamente han recibido bien a los migrantes, como California.
A esto se le añaden las advertencias de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Dentro de la cárcel de máxima seguridad de El Salvador (CECOT) con el fondo de decenas de pandilleros encarcelados, se dirigió a los migrantes diciéndoles que, si viajan de manera irregular a EE. UU. pueden terminar en una prisión como esa.
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NÚMEROS
Las cifras hablan por sí solas sobre la disminución de la migración. Datos oficiales de la oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, en inglés) revisados por La Hora dan cuenta de una reducción del 81% en la cantidad de guatemaltecos que han sido detenidos en la frontera sur de EE. UU. este año fiscal, en relación con el 2024.
En los últimos cinco años, de 2020 a 2024, casi un millón de connacionales llegaron a la frontera sur, 995 mil 608, en total.
Asimismo, para julio de 2024, se contaban ya 192 mil 458 guatemaltecos aprendidos; y, en el mismo lapso de 2025, la cifra llega a 38 mil 188 encuentros. Estos datos reflejan una desmotivación de los connacionales para migrar, que se acentuó claramente después de los mensajes enviados por la administración Trump.
Mientras en octubre, noviembre y diciembre de 2024 (el año fiscal en EE. UU. se cuenta de octubre a septiembre) el promedio fue de 8 mil 500 detenciones de guatemaltecos, la cifra se desplomó en el primer semestre de 2025. En junio llegaron 1 mil 391 y en julio pasado, apenas 984, el registro más bajo en muchos años.
Por otro lado, las detenciones a causa de las redadas dentro de EE. UU. también han crecido al comparar 2024 y 2025. Aunque las cifras aún son muy lejanas a las que exige Trump (tres mil diarias) el aumento entre un año y otro es del 171%, según datos recopilados por el programa TRAC de la Universidad de Syracuse.
Estos dicen que de enero a julio de 2024 las detenciones dentro de EE. UU. ejecutadas por el servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) sumaron 53 mil 732. En el mismo lapso de 2025 estas ya suman, 149 mil 194.
Las cifras podrían crecer en la medida que se fortalezcan las agencias del gobierno norteamericano destinadas a perseguir y capturar migrantes, algo está contemplado en la llamada «Ley Grande y Hermosa», que Trump firmó el pasado 4 de julio.
Un resumen publicado por el Instituto de Políticas Migratorias de EE. UU. (MPI, en inglés) detalla que la ley contempla US$170 mil millones para la aplicación de las leyes migratorias, dentro de los que se cuentan US$45 mil millones para que ICE amplíe sus centros de detención.

Con estos datos, el plato está servido para que continúen las redadas y la expulsión de guatemaltecos, no solo los que se atrevan a hacer el viaje y sean sorprendidos en la frontera México-EE. UU., sino también a los que tienen ya muchos años de permanecer en aquel país y que, por el motivo que sea, no han podido regularizar su situación migratoria.
En tanto, Estados Unidos ha remarcado que a varios de los detenidos los han capturado por cuentas pendientes con la justicia, algunos por conducir en estado de ebriedad.
Más tarde que temprano, esto percutirá en una disminución de las remesas familiares, vaticinan analistas, fuente que se han convertido en el pilar más importante de la economía guatemalteca. Desde hace ya muchos años la mano de obra que se «exporta» a EE. UU. se convirtió en la principal fuente de divisas para Guatemala, por encima de los productos agrícolas tradicionales, como el café, el azúcar o el banano.
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SOSTÉN DE LA ECONOMÍA
De acuerdo con reportes del Banco de Guatemala (Banguat), hasta julio de este año, Guatemala había recibido US$14 mil 493 millones en concepto de divisas por remesas familiares. El monto equivale a Q112 mil millones. Esto es el 75% del total del Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación, de Guatemala, aprobado por el Congreso.
Por otro lado, el total de exportaciones hasta mediados de agosto, suma US$7 mil 701 millones, poco más del 50% del monto de remesas.
Este dato revela la importancia que estos recursos juegan en la economía guatemalteca. En los últimos 10 años, el monto de divisas por este concepto rebasó los US$127 mil millones, nada menos que Q984 mil millones. Eso es más que el producto interno bruto (PIB) que Guatemala reportó el año pasado.
La mayor parte de estos recursos son destinados al consumo, detalla una encuesta, presentada en 2022, por la Organización Internacional para las Migraciones. Esta dice que el 43.8% de las remesas se destina principalmente en alimentación, vivienda y transporte. En salud y educación —considerados como una inversión social— 12.3%, y para inversión y ahorro se destina el 29.3%.

De esa forma, es fácil deducir que si se estanca el crecimiento de las remesas familiares, y peor aún, si comienzan a disminuir, se verá impactada toda la sociedad guatemalteca.
ANÁLISIS
El analista y exministro de Economía Erick Coyoy expuso que, aunque en lo que va del año las remesas se han incrementado, eventualmente podrían comenzar a disminuir, lo que se notará hasta el próximo año. «Si esa tendencia de incremento de capturas —dentro de EE. UU.— se mantiene es muy probable que el próximo año veamos menos dinamismo en las remesas y en algún momento empiecen a disminuir», explicó.
«En muchos hogares las remesas son el principal ingreso de las familias, porque quienes reciben, muchas veces, no pueden y trabajar, son padres o hijos menores de edad», opinó el analista, que también cuenta con una especialización en macroeconomía.
Precisó que los primeros afectados serán las familias receptoras de remesas; sin embargo, la consecuencia será un menor gasto de consumo lo que terminará repercutiendo en el crecimiento económico, en la macroeconomía y, por lo tanto, en toda la sociedad.
Coyoy explicó por qué todos resultarían afectados con una disminución de las remesas e indicó: «Afecta porque las empresas van a vender menos y por lo tanto la economía va a crecer menos. Y las personas que trabajan, de una u otra manera, en esas actividades económicas que se ven estimuladas por las remesas, no van a tener más ese estímulo, por lo tanto serán afectadas».

¿HABRÁ UNA CRISIS SOCIAL?
Analistas coinciden en que el incremento que se experimenta este año en el envío de remesas obedece al miedo que sienten los guatemaltecos de ser capturados y deportados puesto que la gente se está preparando para una posible regreso forzoso a su país.
Entonces están enviando todos sus ahorros e incluso vendiendo sus propiedades para mandar el dinero a Guatemala. «En otros casos, las personas se quedan con lo mínimo, para comer y pagar la renta, y todo lo demás, para afuera», expuso Aracelly Martínez, directora de la Maestría en Desarrollo de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG).
Precisó que, aunque la volatilidad de la administración Trump no permite prever qué puede ocurrir en los próximos meses en el tema migratorio, «el miedo es un factor a considerar —ya que— la única tendencia es el de la incertidumbre».
La docente universitaria considera que el panorama se puede complicar si se toma en cuenta una probable disminución de las remesas y el retorno de personas sin que se puedan integrar a la economía de un país que continúa con los mismos factores de expulsión desde hace años, principalmente en las comunidades rurales.
Aunque el Gobierno lanzó recientemente el plan «Retorno al Hogar», que ofrece «apoyo integral» a los deportados, Martínez cree que falta mucho para garantizar las condiciones de desarrollo en las comunidades.
«La población retornada regresa a lo mismo que dejaron. La olla va hirviendo y se va juntando todo para una crisis», subrayó la entrevistada, por lo cual urgió a «prepararse para un escenario muy negativo».
Por su lado, Adrián Zapata, analista político y especialista en desarrollo rural, coincidió en que la situación en los territorios rurales, que es de donde migraba la mayor parte de guatemaltecos, «sigue igual». «Si las familias ya no recibirán remesas esto agravará la situación y por consiguiente los problemas sociales», indicó.
Según Zapata, quienes regrese deportados encontrarán territorios que no han logrado superar el subdesarrollo que los obligó a abandonarlos por lo que, reiteró, «más deportaciones con una disminución de las remesas va a agudizar el rezago de los territorios».
¿QUÉ HACER?
Los analistas concuerdan en que las acciones a adoptarse tienen que ser integrales, y deben contar con una planificación que dé frutos en el mediano y largo plazo, pero también en el corto.
Martínez ve urgente la necesidad de certificar los conocimientos y habilidades que hayan adquirido los migrantes en el extranjero puesto que eso puede permitirles posicionarse mejor en el mercado laboral. Además, dijo que el Estado debe invertir en protección social, dirigida principalmente a niños y adultos mayores puesto que gran parte de las remesas están dirigidas a estos sectores de la población, para gastos de educación y medicinas.
De igual forma es «urgente» facilitar el acceso a la educación media, puesto que, según las estadísticas, gran parte de los estudiantes abandonan los estudios al concluir la primaria. A mediano y largo plazo deben pensarse estrategias que fomenten la inversión, mejorar la red vial, construir más hospitales y reducir la presencia del crimen organizado que bien podría captar a muchas personas, agregó.
Coyoy considera que el Gobierno también deben aprovechar los programas de visas temporales que ofrecen, no solo EE. UU., sino también Canadá e incluso países europeos. En ese sentido subraya que se requiere tanto en las negociaciones entre estados, pero sobre todo asesorar a los posibles solicitantes.
Por su lado Zapata afirma que el camino debe ser el desarrollo integral de los territorios. Reconoce que la ruta puede parecer larga, pero cualquier otra medida que se escape de esta estrategia serán solo «parches».
«No se tiene que pensar en chiquito, es decir solo pensar dónde vamos a emplear a los retornados, sino debe haber un compromiso serio de impulsar una política de desarrollo territorial, en el caso de Guatemala, por las características de los migrantes, en el área rural», enfatizó.
Añadió que dentro de estas estrategias es fundamental el apoyo a las actividades productivas de la economía campesina; es decir, a cooperativas, micro y pequeñas empresas, que debe ir de la mano con un plan estratégico de caminos rurales que, a su vez, puede convertirse en una fuente de empleo.
«Este Gobierno todavía tiene tiempo. Deber tomar conciencia de que, si quiere dejar un legado al país, este es el momento de responder a estos retos con una estrategia de desarrollo territorial», concluyó Zapata
- VIDEO de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interna de EE. UU. cuando visitó el CECOT, en El Salvador.