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La prensa nacional resalta a diario al menos diez conflictos sin resolver, de los cuales al menos la mitad llevan décadas en espera de resolver. De igual manera, la agenda legislativa tiene empaquetadas una docena de leyes que “duermen el sueño de los justos”. Y del poder judicial, mejor ni hablar.

Todo esto se vende al público bajo la consigna de un “se hace lo que se puede” y “dentro de la ley”, justificando el trabajo en apoyo a la democracia y la promoción de los derechos humanos, cuando es evidente que, en todos los niveles del Estado, tenemos desfalcadores del erario público o bien, gente ineficiente. Y constantemente nos preguntamos ¿Cómo Hemos llegado a este punto?

Lo primero que cabe resaltar es que, ante ese estado de cosas, ni gobernantes ni gobernados nos situamos en el contexto adecuado. ¿Será por falta de información, de voluntad, de valores, propaganda inadecuada o por mala intención?. Yo diría que es una combinación de todo lo anterior.

A la larga, uno se pregunta y cuestiona si la pobreza institucional y ciudadana no es, en el fondo, una falta de democracia, de libertad de expresión y de valentía. Por supuesto que no somos Suiza. Llevamos décadas padeciendo un totalitarismo político que hace que las libertades sociales sean válidas, solo si no interfieran con los intereses de las clases que siempre han detentado el poder. Por consiguiente, la seguridad política, civil y democrática, se maneja a manera de que no cambie nada que afecte una sociedad clasista y de privilegios.

Lo cierto es que el gobierno actual apenas ha logrado que el Ejecutivo se suba al carro del cambio. El Legislativo y el Judicial en cambio, permanecen “parqueados” en sus viejos vicios. No se ha podido reorientar su postura y siguen poniendo en un pedestal toda clase de injusticias e inequidades. De esa manera, el camino hacia un gobierno ecuánime se torna imposible y la gente tiene que ver cómo se las espanta. Afortunadamente para capear la situación, muchos cuentan con la ayuda de las remesas, que les evita caer en la desesperación.

No se necesita de mayor explicación para entender que vivimos bajo la tutela de un Estado fragmentado, donde los únicos que puedan avanzar, expandirse y ampliar su poder son los poderes que se han enquistado ilegalmente dentro de él. Por lo tanto, parece una contradicción querer tener un Poder Ejecutivo depurado mientras el Poder Legislativo y el Poder Judicial están copados y constantemente crean tensiones sectarias: Nepotismo y clientelismo, asignación de contratos amañados, malversación de fondos, entre otros.

Detener este declive político, económico y social con la gobernanza actual, parece imposible, sin un verdadero contrato social y el fortalecimiento institucional en los tres poderes. Actualmente, no existe una estrategia inicial para lograr ninguna de estas dos metas. Esto solo será posible si la sociedad y el Estado, en lugar de adoptar una postura de queja, toman una posición creativa. Sin embargo, esto solo se logra si contamos con un aparato político y social unido y eficaz, algo con lo que aún no contamos.

El momento actual es ideal. En nuestra nación y en el mundo entero, parece que estamos en una condición prerrevolucionaria muy próxima; lo cual es palpable, dado el nivel de insatisfacción e incredulidad de la gente hacia su gobierno, cosa que genera ilegitimidad y la percepción de que el gobierno debe ser cambiado. Esos y otros factores de insatisfacción se están combinando, y estamos entrando en un mundo muy incierto, cargado de doble moral debido al doble rasero que se aplica en la mayoría de los asuntos importantes para generar bienestar.

No hay coherencia, ni política ni técnica, entre lo que se debe hacer y lo que se está haciendo y entonces se puede afirmar que, esta falta de coherencia y el descontento generalizado, nos han llevado a un punto de quiebre. Si no se actúa con urgencia para restaurar la legitimidad y la confianza, la inevitable ola de cambio podría manifestarse muy pronto en formas impredecibles y violentas, lejos de la estabilidad que se busca.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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