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En mi libro de cuentos de Chiquimulilla, recién publicado, aparece un cuento titulado La Casona de Piedra, que lo escribí con pura imaginación; pero, partiendo de una vieja mansión de principios del siglo XX, que aún tiene de pie sus paredes como reliquia de lo que fue este pueblo “de Nantes”.

Ahora, por información de mi amigo de infancia Miguelito Vásquez, he sabido que después de un enredado conflicto hereditario, quizá ya resuelto, La Casona de Piedra está en venta. Se trata de la enorme casa que está entre la municipalidad y la de mi prima Alicia Lara y su esposo don Enrique de León.

Esta casa perteneció por herencia a la profesora Reina Flores, ya fallecida, docente de primaria durante muchos años en la cabecera de Jutiapa. Llegaba a Chiquimulilla durante las vacaciones.

Era muy respetada y apreciada doña Reinita Flores; pero, su casa permanecía cerrada de enero a octubre, y en noviembre y diciembre se sabía que había llegado de vacaciones la profesora, y entonces abrían la puerta del lado de la iglesia, para que saliera el olor a un encierro viejo, que es un olor que resulta de la mezcla de madera podrida, bisagras oxidadas, orines de murciélago, sudor de ratas y estiércol de lechuzas y tecolotes.

Estos seres se aprovechaban de la soledad de la casona, para tener donde vivir. Yo recuerdo que alguna vez vi que había una pilona octogonal en el centro del patio, rodeado de corredores con pilares de piedra volcánica y horcones que fabricaron los carpinteros de ese tiempo, con un zapotal y palos de lima limón. En el portón de la casona, el que da para la residencia de los descendientes de un italiano llamado Santiago San Chilín, Taguito, Suria, Quilo, la Juanita y otras dos hijas que se me corren los nombres.

En ese portón está gravado el año en que fue construida la casona, año 1901. O sea que tiene la bicoca de 124 años y que aguantó el terremoto de Cuilapa, que se trajo a tierra la vieja iglesia colonial conocida como la Catedral del Sur. Me informa Miguelito que hay anuncio de venta de esa reliquia histórica de Chiquimulilla, que es pariente con la casa de la esquina que compró don Enrique de León, porque las dos están hechas de piedra y calicanto. Por los tiempos que vivimos, seguramente la comprarán, la tirarán al suelo y harán algo nuevo, para que desaparezca la única casa histórica, pues ya desapareció la casa de dos niveles de atrás del parque y hace años tumbaron la casa de mi prima Paquita y tía María, donde estaba la Pensión Lara.

Todas las casas de corredores desaparecieron y sólo queda la que era residencia de doña Teresa viuda de Preti, en donde su esposo, don Humberto Preti padre, tenía un almacén de todo, cuando las mercancías que vendían llegaban en lanchas que surcaban el canal de Chiquimulilla desde el Puerto de San José. Ojalá que el alcalde municipal tome la decisión de comprarla para un museo y yo me comprometo a ayudarlo. De lo contrario, en el cuento que les informo está el recuerdo de la Casona de Piedra.

 

 

René Arturo Villegas Lara

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