Sí analizo lo que está ocurriendo en el MINEDUC, llego a una triste conclusión: las
interpretaciones y acciones de sus autoridades y sus líderes sindicales para resolver sus
conflictos internos, están soterradas por una total falta de juicio e irresponsabilidad. Estos
grupos, se han constituido tontamente, en bandos, y sus crepusculares contradicciones
han sepultado el derecho de miles de personas a una buena educación.
En eso estriba el triunfo de la tragedia y el palma se lo lleva la inconsciencia e irresponsabilidad de estos bandos. Tanto el poder legislativo, como el judicial y el ejecutivo, han sido juez y parte en las desavenencias internas que viene padeciendo el MINEDUC. En este conflicto han exhibido toda clase de intolerancias en opiniones y resoluciones, todas ellas motivadas y guiadas comandadas por una lucha de poder y privilegios. Todo esto presenta a nivel nacional, una lección educativa muy pobre para la resolución de conflictos, y mancha esta noble y necesaria actividad con odio, violencia y una intolerancia e incompetencia que roza la idiotez.
Un mal diálogo se caracteriza, generalmente, porque los medios se confunden con los
fines, lo que lleva a una incomprensión absoluta. Esto arrastra a los verdaderos afectados
–en este caso, los alumnos y maestros — a una tragedia, dejándoles como lección la
herejía de obedecer a sus propias opiniones y concepciones más llenas de pasión que de
adecuado razonamiento.
La Edad Moderna para el análisis efectivo y la toma de decisiones informadas en la
solución de problemas, exige razonamiento lógico y juicio crítico además de solidaridad,.
Para lograr esto es necesario considerar hechos reales y realizar planteamientos veraces,
algo imposible si se carece de información suficiente y acceso a hechos. En nuestro caso,
nada de eso ha ocurrido. Como resultado, los actores del proceso educativo, maestros y
alumnos, han caído en confusión, que les ha llevado a adoptar posturas sin un
razonamiento crítico sólido. Eso es lo que ha dejado esa lucha sin sentido: maestros
divididos a favor de uno y otro bando, la mayoría guiados por el miedo, información
incompleta y tendenciosa y falsos juicios. Los alumnos se encuentran en una situación
similar. Todo eso ha generado un fanatismo que ha terminado por cerrar el diálogo,
dejando una elección perversa a maestros, alumnos y a la población en general.
Entiendo que, entre otras cosas, la misión y el sentido de la educación es enseñar la
síntesis armónica de lo contradictorio, en el espíritu del estudiante. Eso exige una
"naturaleza comunicativa" que utilice el razonamiento crítico como herramienta.
A la fecha, lo que líderes sindicales y autoridades del MINEDUC nos han mostrado, es una
grosera y descontrolada de resolver sus diferencias. Esta forma de proceder, llena de
falsedades y guiada por la pasión y el tumulto, ha tenido como único triunfo, el
debilitamiento de la institucionalidad, basándose en la oposición a la razón.
En cualquier institución pública o privada, es incompatible e inadmisible, que un problema
perdure sin solución durante meses, a menos que hay otros intereses que mantengan el
conflicto.
El arte de resolver conflictos solo triunfa, sin tragedia, cuando se lleva a cabo a
través de una comprensión benevolente (basada en hecho reales y responsabilidad),
aclarando lo turbio (con información suficiente), concertando lo embrollado y enlazando
lo desunido. Esto da a lo disgregado, un enfoque de solución orientado al fin de la
institución. Esa es la auténtica fuerza de resolver los conflictos con genio. Tal capacidad
requiere de una solvente sabiduría y moralidad, algo que, hasta ahora, ninguno de los dos
bandos del MINEDUC ha demostrado.