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Durante los últimos meses, una parte importante de las columnas que escribo semanalmente las he dedicado a señalar la crítica situación de Puerto Quetzal en cuanto a la recepción de barcos, principalmente graneleros.  El día de hoy, estimado lector, voy a intentar explicar cómo estas ineficiencias del puerto aunadas a la desidia de las autoridades nos afectan, y continuarán afectando, nuestro bolsillo.

Cuando un barco trae a Guatemala granos básicos, como maíz, arroz o trigo, así como fertilizante, cemento y hierro, se le denomina charterer, y normalmente tienen una capacidad de carga de 30 mil toneladas (los handysize) y 45 mil toneladas (los supramax, que por cierto vienen con tres cuartas partes de su capacidad total debido a la restricción de calado en el puerto, con lo que no se puede aprovechar al máximo la eficiencia en flete).  Estos son los barcos que actualmente tienen un mayor tiempo de espera, entre 70 y 80 días en la actualidad, es decir que los barcos que arribaron al puerto en mayo van a atracar en agosto.

El flete de estos barcos se negocia con el operador del barco en base a una tarifa por día, que puede oscilar entre 20 y 25 mil dólares diarios dependiendo de ciertas condiciones; se calculan los días en que el barco carga (aproximadamente 3 días), el trayecto (si viene de USA o Brasil pueden ser unos 14 días, si viene de China unos 20 o 25 días) y los días que el barco descarga (aproximadamente 3 días).  Si el barco demora más de ese tiempo en cargar, transitar y descargar, el consignatario de la carga deberá pagar una penalización diaria equivalente al valor diario del flete, es decir, los mismos 20 a 25 mil dólares diarios que cuesta el flete.  Si multiplica 20 mil por 70 días de demora, la penalización mínima es de 1.4 millones de dólares, pudiendo llegar a los 2 millones de dólares, es decir, la penalización es mayor que el mismo flete, pudiendo impactar desde 30 hasta 60 dólares por tonelada métrica, siendo 50 dólares por tonelada un promedio razonable.

Es importante explicar lo anterior para poder dimensionar el impacto que esta situación tiene ya en los costos de productos que consumimos diariamente.  El maíz puesto en Puerto Quetzal puede rondar los 220 dólares por tonelada métrica, el trigo unos 260 dólares por tonelada métrica y el arroz unos 380 dólares por tonelada métrica.  Los costos anteriores no incluyen el costo de la demora, por lo que aplicando a estos productos la demora, pudiera incrementar en un 23% el costo del maíz, un 19% el costo del trigo y un 13% el costo del arroz.  En cada uno de estos productos habría que calcular el impacto del incremento en el costo de la materia prima sobre el costo total de producirlo, que incluye las materias primas, mano de obra y gastos de fabricación.

En la masa de maíz podría impactar un 16% en el costo, es decir, que su bolsa de 1,600 gramos de masa de maíz puede incrementar en Q3.75 en el corto plazo.  En el pan puede impactar un 25% en el costo, es decir, su bolsa de pan sándwich de 450 gramos puede incrementar en casi Q1.00.  En el arroz podría impactar un 8.5% en el costo, es decir, su bolsa de arroz de 1,600 gramos puede incrementar en Q1.60 en el corto plazo.

Todas estas estimaciones las realicé en base a los precios del día de ayer de productos de la canasta básica en supermercados, los cuales pueden variar dependiendo del canal utilizado.  Sin embargo, para efectos prácticos, es un buen indicador de lo que se puede esperar en el corto plazo.

Mi punto, estimado lector, es que los discursos mañaneros, vacíos y sosos, del indolente presidente y su séquito de ministros, no van a aliviarle su bolsillo ante el inminente incremento de precios en productos de consumo diario que ya está generando el no tomar acciones para resolver la crisis de barcos en Puerto Quetzal hoy.

No mañana, ni pasado, sino que hoy.

 

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