Ayer el licenciado Alfonso Carrillo publicó un importante Campo Pagado para señalar la trascendental importancia que tiene la decisión del Presidente de la República al momento de designar magistrados titular y suplente para la Corte de Constitucionalidad, con profundas consideraciones legales y éticas que deben ser tomadas en cuenta. Compartimos los puntos de vista del profesional del derecho, pero además creemos que es el momento en que el Presidente de la República asuma el liderazgo de la transformación de Guatemala, mandato que recibió en las urnas, dando ejemplo a la ciudadanía y a las instancias que también nombran magistrados, evitando una CC que se preste a manoseos y componendas como la actual.
El Presiente puede dar la campanada nombrando a un abogado que llene los requisitos éticos, académicos y profesionales para ser un verdadero garante del orden constitucional y el estado de derecho en nuestro país, ajeno a las componendas y mañoserías que se han visto en los últimos períodos de la Corte de Constitucionalidad. El Presidente no necesita un magistrado que vaya a ser su defensor de oficio en la CC, sino a un magistrado que sea defensor de oficio de la legalidad, de la ética y del verdadero orden constitucional.
Si Jimmy Morales hace una buena elección compromete a los diputados, a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al Consejo Superior Universitario y al Colegio de Abogados. Porque deberá explicar las razones que le impulsaron y demandar por lo menos los mismos criterios de las otras instancias. El país está urgido de acciones que permitan desmontar el sistema perverso de corrupción y ayer el Presidente dijo que él podrá ser removido por la plaza por cometer errores, pero no por corrupto. Lo que pasa es que además de no ser corrupto, se espera de él que asuma un liderazgo absoluto y claro contra la corrupción y la impunidad y no hay en este momento mejor oportunidad que la designación de los magistrados ante la CC.
La tentación de todos los gobernantes es enviar a la Corte de Constitucionalidad a un “propio”, como todavía se dice en los pueblos, encargado de hacer los mandados del Ejecutivo en la Corte. El servicio al país va por otro lado, enviando a alguien cuyo compromiso sea con la ley y, sobre todo, con la ética y los valores que la sociedad guatemalteca está esperando como muestra de que algo está realmente cambiando en el país.
Pocas decisiones del Presidente tienen tanta trascendencia y con la de la CC puede asumir un claro liderazgo para desmontar el sistema perverso de la corrupción e impunidad.







