En inglés existe el concepto de policy y politics. Policy se utiliza para política en el sentido de política pública, ya sea de salud, política de educación o política financiera, esto es, una política de Estado. Mientras que politics es política en el sentido de la búsqueda del poder, de la organización de partidos políticos y lo relacionado con la administración y ejecución del poder mismo. El problema del agua requiere tanto de la construcción de política que direccione, política de la gestión del agua, del mantenimiento de los sistemas ecológicos asociados como de política de poder. De nada sirve una política de agua o una ley de agua si no se tiene el poder real de ejecutarla, o si no se quiere ejecutar el poder, el poder de hacer. De ambas políticas reflexiono en esta entrada.
Una política tiene el objetivo de dar la dirección y el sentido a algún sistema. Una política educativa le da dirección y sentido al sistema educativo, una política de agua, le da dirección y sentido al uso del agua o al recurso hídrico. Así, si se siguen los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODS, de Naciones Unidas como objetivo de un país, el objetivo 6 sería el más pertinente ya que dice: «Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos».
Una política de agua, basada en una ley de agua o no, debe direccionar la gestión integral del agua o del recurso hídrico, si se desea utilizar ese nombre, con la aclaración de que el agua no es una mercancía, es un bien público. La política, basada en una ley o no, debe incluir la gestión del agua superficial y agua subterránea principalmente para el uso y aprovechamiento eficiente del agua y la prevención y control de la contaminación que hemos hecho del agua debido al ciclo social del agua, ciclo social que viene desde la invención de la agricultura y se potencializa en la Revolución Industrial desde hace trescientos años.
En el fondo una política tiene las características de un vector, una cantidad con magnitud, dirección y sentido. Así la velocidad puede expresarse como un vector. Cuando digo voy a 50 km/h también requiero decir en qué dirección voy. ¿Acaso voy hacia el Norte o hacia el Sur? ¿Voy hacia el Este o al Oeste? En español utilizamos la expresión dirección y sentido como sinónimos. Hay muchas variables que se pueden expresar como vectores o tensores para un caso más general. Lo que importa no solamente es la magnitud sino también la dirección.
Ciertamente no propongo que matematicemos una política de Estado, no, propongo que un vector ilustra la naturaleza direccional de una política. Si el objetivo de la política es: «Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos», entonces la política debe tener una línea base: Disponibilidad de agua actual, capacidad de gestión actual y sus indicadores respectivos, esto debido a su naturaleza direccional, vectorial. No podemos decir hacia donde vamos si no ubicamos en dónde estamos, la línea base. Ahora bien, no es suficiente decir donde estamos, debemos aclarar a dónde vamos, ese es el punto final del vector, de la llegada, el momento en el espacio y el tiempo donde hay agua y saneamiento para todos en una comunidad concreta.
Pero el punto de partida y el punto de llegada no es suficiente, hay que decir cómo se llegará, eso lo hacen los programas. Cuando un objetivo de política es complejo se requieren programas, pero programas direccionados por la política y dentro de los programas proyectos de tal forma que se llegue al objetivo: Disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Así que se deben generar programas, por ejemplo, el Programa de Monitoreo de Aguas Subterráneas, el que requerirá de los estudios científicos y tecnológicos hidrogeológicos de los acuíferos de interés, toda una agenda de investigación de las universidades, pero una obligación de la Universidad Pública, Universidad de San Carlos, USAC.
Ahora que como país construimos la ley del agua, esta puede ser la base de una verdadera política de gestión del agua, gestión integrada del agua como nuestros colegas de la Asociación Mundial del Agua, GWP (Global Water Partnership) nos han clarificado.
Pero con o sin ley de agua es urgente enfocarnos en la gestión y el saneamiento del agua, urgentísimo. Ya no podemos, ya no debemos usar los ríos como vertederos de basura, heces (popó) y orina y de todo tipo de desechos. No nos destruyamos más. Hay que utilizar el poder (politic) real que tiene el Ejecutivo para impulsar leyes, particularmente la ley del agua, pero obligar a las municipalidades a tratar el agua, a tener sistemas de tratamiento y apoyarlos con recursos financieros, científicos y tecnológicos. No vaya a ser que copien plantas de tratamiento de otros países que aquí en Guatemala no sirvan. Para eso hay universidades locales en las que hay investigación profunda sobre agua y saneamiento, caso concreto es en la Universidad de San Carlos, tanto el campus central como el campus de Quetzaltenango, ambos tienen investigación y capacidades pertinentes en programas de ingeniería. Conocimiento local de ciencia y tecnología del agua ya existe.
Entonces voluntad científica y tecnológica sí existe, también capacidad científica y tecnológica en la misma USAC, Universidad de San Carlos que a pesar de su cooptación ha salvado programas ejemplares de investigación acción. La pregunta es si existe voluntad política. Vamos entonces a recuperar nuestros ríos y nuestras aguas subterráneas. Hagámoslo ahora porque si no es ahora, no será nunca.
Bogotá, Colombia, 22 de julio, 2025.