Félix Loarca Guzmán
El desvío de ríos que algunos núcleos del sector empresarial de Guatemala han realizado en regiones de la Costa Sur y del oriente del territorio nacional, para regar sus ´plantaciones agrícolas, constituye un crimen de gran magnitud en contra de numerosas comunidades campesinas y una flagrante violación a los derechos humanos.
El caso ha originado un conflicto sin precedentes, pues ante la actuación ilegal de personas ligadas a importantes empresas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, los pobladores de varios puntos del departamento de Escuintla se vieron obligados a restituir los ríos en su cauce natural. El desvío de las aguas estaba repercutiendo en un incremento de la pobreza, pues ya no disponían de las diferentes especies de peces para su alimentación.
Además de ello, sus siembras se estaban muriendo por falta del vital líquido, y los pastizales para el ganado se estaban secando.
A raíz de la gravedad del problema, tuvo que intervenir la Institución del Procurador de los Derechos Humanos, por el desvío de los ríos Madre Vieja y Achiguate. Fue así como se instalaron mesas de trabajo destinadas a promover un acuerdo entre las partes involucradas en el conflicto.
No se debe permitir que al amparo de su poder económico, estas empresas vinculadas al negocio del azúcar sigan actuando con toda impunidad, cometiendo un crimen al condenar a la miseria a centenares de habitantes.
El Ministerio de Ambiente ya está tomando cartas en este caso, y es de esperar que pueda sentar un precedente para poner frente a la prepotencia e impunidad con la que algunas de esas empresas han venido actuando.
El desvío de los afluentes también se ha registrado en el departamento de Santa Rosa y en otros lugares del país, en donde según una versión periodística preliminar, unas 50 mil personas resultaron afectadas por la medida unilateral auspiciada por poderosas industrias de caña y beneficios de café, así como de la explotación de la palma africana.
Lamentablemente muchos medios de comunicación han guardado silencio al ocultar o minimizar la información, al recibir el beneficio de jugosas pautas publicitarias de parte del sector empresarial involucrado. Se trata de una manera perversa de comprar el silencio, poniendo en entredicho la libertad de prensa.