Mónica Ximena Argueta Tzic; estudiante de Bachillerato, involucrada en dinámicas como conversatorios, talleres y eventos relacionados con la memoria histórica, la educación y el debate escolar con el objetivo de formar una ciudadanía activa, reflexiva y comprometida con la transformación social.
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En Guatemala, miles de jóvenes enfrentan enormes desafíos cada día: pobreza, desigualdad, falta de oportunidades, violencia y desinformación. Ante este panorama, existe una herramienta poderosa capaz de transformar vidas y construir ciudadanía: la lectura. Leer no es solo decodificar palabras, la lectura es un grito silencioso y una forma de entender el mundo, conocer derechos, participar en la sociedad y moldear un futuro mejor.
Para que esto sea posible, primero debemos enfrentar la problemática urgente y persistente del analfabetismo. Según datos del Censo 2018, Guatemala registró un índice de analfabetismo del 18.8%; este preocupante porcentaje significa un obstáculo para todos los guatemaltecos, principalmente para los habitantes de áreas rurales y comunidades indígenas, en donde históricamente ha habido menos acceso a educación.
El analfabetismo no es solo la ausencia de la habilidad de leer y escribir, es un derecho negado. Es una barrera que impide a las personas conocer sus derechos, acceder a mejores empleos y condiciones laborales dignas, comprender información importante o participar plenamente en la vida democrática del país. Una persona que no sabe leer, está expuesta a la manipulación política, la exclusión y la injusticia social.
Combatir el analfabetismo es una responsabilidad del Estado, pero también de toda la sociedad. Es fundamental apoyar una educación pública de calidad, inclusiva y con enfoque intercultural. Enseñar a leer a un niño o a un adulto no es solo enseñarle de letras sino darle una herramienta para defenderse, para aprender, para soñar.
Aprender a leer brinda la posibilidad de comprender el pasado, entender el presente y transformar el futuro. Guatemala tiene una historia compleja, llena de adversidades y momentos dolorosos, pero también de luchas por la paz, la justicia y los derechos humanos. Si los jóvenes se interesan en su país, sobre su gente y sus luchas, desarrollan un pensamiento crítico que les permite ser ciudadanos conscientes, competentes, compasivos y comprometidos.
También es clave que los jóvenes conozcan sobre sus derechos inalienables, interdependientes e inderogables: el derecho a la vida, a la educación, a la libre expresión y el resto de derechos; este conocimiento ayuda a los jóvenes a reconocer lo que les corresponde como ciudadanos, y más aún, a defender estos derechos para ellos y para los demás.
La lectura es, entonces, una herramienta de empoderamiento. Es una estrategia que otorga un espacio para que los jóvenes participen con argumentos en su comunidad, que exijan explicaciones de sus autoridades, que construyan propuestas para un país más justo y que sus voces sean escuchadas. Leer forma ciudadanos activos, no solo observadores; este es el tipo de ciudadanos que Guatemala necesita en estos momentos.