En el devenir de los estilos y de la literatura, llámase “novela histórica” a cierto tipo de narración muy peculiar y típica de una novela que transcurrió hace más de un siglo. La fuente o asunto en que se inspira esta suerte de relato es, para Europa, la Edad Media y para América la Colonia, la aristocracia colonial. Además, la “novela histórica” es una fórmula narrativa propia del Romanticismo que en ciertas partes del viejo continente comienza a finales del siglo XVIII, con el Sturng und Drang –de Alemania– más o menos por 1780 y acaba –sobre todo en América– muy tarde y trasnochadamente como ocurre con José Milla que publica novelas (sobre todo romántico históricas) en la década de los 60 y 70 del siglo decimonónico. En cambio, el Romanticismo alemán y el francés evolucionaron drásticamente hacia el Realismo alrededor de 1830 con escritores como Balzac y Zolá.
Claro que muy libremente puede decirse que el subgénero de novela histórica (como el costumbrismo por ejemplo) es intemporal, es decir, que se cultiva en todo tiempo y lugar y no sólo durante el Romanticismo. Luz Méndez de la Vega en su texto en el que compara “Tirano Banderas con “El Señor Presidente”, afirma que la última de las dos obras mencionadas es novela histórica. Y tiene parcialmente razón. Pero no es exactamente lo que en rigor, a lo largo de la historia del arte y la literatura entendemos como tal.
Para iluminar más lo que digo; David (el pintor francés de los siglos XVIII y XIX) es un plasmador preponderantemente de escenas históricas. Y ello lo tipifica. Los muralistas mexicanos, posteriormente y en el siglo XX, crean frescos que podrían confundirse o asimilarse a lo que David hacía. Pero la intención de Siqueiros o de Diego Rivera es otra. No es el elogio de un hecho histórico y su fijación de monumento, sino la crítica de una sociedad en un momento determinado.
José Milla y Vidaurre fue un escritor de inspiración romántica que bajo el gobierno de Rafael Carrera (de quien se dice que hizo resucitar durante su mandato tanto la época colonial como la Capitanía del Reino de Guatemala) escribió tres grandes novelas romántico-históricas que consagran (pese a lo tardío de su aparición) ese estilo en Centroamérica ¡y no digamos en Guatemala!
Milla se inicia como escritor en el mundo del periodismo. Toda su obra, antes de ser impresa como libro, es publicada como folletón en las hojas de los periódicos más populares (o por lo menos de mayor circulación) de la capital de Guatemala. Sus textos ven la luz en formato de libro a partir de 1862 cuando el padre de la novela guatemalteca tenía cumplidos los cuarenta años.
Directa o indirectamente Rafael Carrera gobierna Guatemala desde las postrimerías de los años 30 del silo XIX hasta su muerte ocurrida en 1865. Esto quiere decir que la mayor parte de la vida de José Milla transcurre bajo el mando del capitán general Rafael Carrera, cuyo título es de inspiración colonial. Durante su adolescencia y primera juventud la vida del escritor se tiñe de liberalismo. Pero pronto comprende que lo de Carrera va para largo y se alinea con el aycinenismo, no sin antes haber escrito un poema rebelde en contra del caudillo de los montañeses. Sin embargo los conservadores le dan la oportunidad de revalorarse ante ellos. Milla escribe entonces un discurso para las fiestas patrias en el que resume magistralmente el pensamiento conservador y lo elogia. Milla tiene poco más de veinte años cuando se integra a la burocracia del capitán general de la República de Guatemala acaudillados por el grupo Aycinena, donde asciende rápida y talentosamente en los difíciles senderos de la diplomacia del brazo de sus novelas históricas, como veremos.