Las mayores empresas de ventas de armas del mundo están en los Estados Unidos, en un listado reciente mundial de las 10 mayores empresas que venden armas, las primeras cinco son Norte Americanas, con enormes ventas en época de guerra, por supuesto: las otras cinco son chinas. ¡Vaya futuro el nuestro! Si bien Estados Unidos no es de los mayores en inversiones de ciencia y tecnología, apenas el 3% del Producto Interno Bruto, PIB, invierte cien veces más que Guatemala, esos son términos relativos. Pero como el PIB de Estados Unidos es tan grande, termina invirtiendo 784,000 millones de dólares, casi ochocientos mil millones de dólares en ciencia, tecnología e innovación, durante el 2023. Guatemala invierte 48 millones de dólares anuales. O sea, la inversión norteamericana es diez y seis mil veces mayor que la de Guatemala en ciencia, tecnología e innovación. 

El presupuesto de defensa de Estados Unidos es de mil millones de dólares, datos del 2023. A esto hay que sumar el presupuesto de inversión en ciencia, tecnología e innovación reportado arriba (784,000 millones de dólares) porque un buen porcentaje de este va a actividades bélicas toda vez que, de todos los científicos e ingenieros norte americanos, el 68% trabajan en temas relacionados con la guerra, armamento y similares. Es un país preparado para la guerra. Repito, estos son datos del 2023. Ahora con el presidente Trump y su reciente participación en la OTAN, ese presupuesto aumentará ostensiblemente, no digamos con su involucramiento con Irán en el conflicto israelí-palestino. 

Bajo esas condiciones armamentistas la democracia jamás se desarrollará como tal. Los sueños democráticos de un gobierno para el pueblo por el pueblo no se dan en los Estados Unidos, no se dan en Europa, no se dan en América Latina y menos se dan en Centro América, donde otrora Costa Rica era garante de la democracia tropical ahora ha quedado en manos de populistas y donde los guerreros hermanos salvadoreños quedaron atrapados en el autoritarismo populista del entreguista de Bukele. En ese sentido la democracia se desgarra en el Norte y en el Sur, en Estados Unidos y en Venezuela, en el Este y en el Oeste. No hay democracia en Rusia, tampoco la hay en Ucrania, menos hay democracia en Israel, un Estado genocida, que de democracia no tiene nada. De eso tampoco quiere hablar Bernardo Arévalo, menos Karin Herrera. ¡Vaya defensores de la democracia que tenemos!  

Pero no hay que ir muy lejos para darse cuenta que la democracia liberal agoniza aquí mismo en nuestro pueblo, donde a pesar de la legalidad y legitimidad con la que escogimos presidente hemos tenido un sistema de justicia que se ha plegado a las mafias, a los grupos de poder de la extrema derecha militar de antaño, a unas cámaras empresariales que desean seguir viviendo en época de esclavitud, se han plegado a los poderes obscuros de los politiqueros de siempre, Sandra Torres o nuevas caras, que en el fondo son lo mismo, Carlos Pineda, o los narcos, nacionales e internacionales, o la rancia estructura de un congreso donde el Movimiento Semilla se ha tenido que doblegar a los intereses mayoritarios, para muestra el incremento salarial tan rechazado por la ciudadanía y ahora la ridícula ley para darle 500 pesos a los adultos mayores mientras ellos ganan 66,000 quetzales más dietas. Ganan 132 veces más que lo que ganarían nuestros ancianos. ¡Qué tristeza!

En el fondo aquí o en Francia, otrora cuna de la libertad, la igualdad, la fraternidad, Macron ha tenido que aceptar un par de chipotazos de su esposa, o acá, el presidente Arévalo, el tímido presidente Arévalo, ha tenido que aceptar el aparente exilio de Lucrecia Peinado, su segunda esposa. Pero los cierto es que todas las expectativas que teníamos de la democracia nuestra se derrumbaron ante un presidente y vicepresidente que vinieron a posicionarse como excelentes monigotes, dueños del silencio y la incapacidad combinada. ¡Vaya desilusión! Realmente los ciudadanos sentimos que ni el presidente, ni los diputados nos representan y eso es grave porque la democracia requiere un vínculo entre gobernados y gobernante que existió en enero y febrero del 2024, pero que ya no existe más. Si acaso Arévalo tenía intereses de cambiar al país, todas las oportunidades las desperdició, desperdicia y desperdiciará. 

Los defensores de la mediocridad dirán que desde hace décadas el gobierno está cooptado y que a pesar de eso Arévalo está haciendo buenas cosas, no visibles, reparando escuelas, poniendo pisos, dando becas, abrazos y besos y otras pequeñeces. Yo he elogiado cada uno de esos proyectos en una docena de mis columnas de la Hora, donde destaca el proyecto con los Estados Unidos de reparar el Puerto Quetzal, no las becas, que no tienen criterio ni plan estratégico alguno. O sea, estoy enterado de sus pequeños logros aquí y allá. Pero realmente yo no creo que esa fue la razón por la que lo elegimos. 

Presidente Arévalo: Lo elegimos para combatir la corrupción, lo elegimos para cambiar a la fiscal general; pero Usted no quiso sacar a la fiscal general. Usted podía y debía y no lo hizo. Unos dicen que Usted negoció su ridícula estabilidad, otros decimos que no ha leído el papel histórico que le toca vivir. Todos concordamos que la democracia que tenemos en este país primaveral ya no describe, ya no representa, ya no resuelve. Una democracia de juguete no queremos más.

¿Dónde nos equivocamos? No, nosotros los ciudadanos, la ciudadanas no nos equivocamos. El inmaduro partido político Semilla, que ya había mostrado su inmadurez al poner a la ex fiscal Thelma Aldana como candidata presidencial y que se forma en restaurantes de lujo de la zona 10, con grupos de niños bien, que no tienen mucho para estar en el CACIF, pero tampoco que conozcan la realidad del 60% de guatemaltecos en pobreza o el 50% de niños desnutridos, ganaron y ni ellos lo creían. No estaban preparados para gobernar. Nunca lo estarán hasta que no diluciden sus contradicciones culturales, sus identidades económicas tergiversadas, sus incapacidades reales y sus adicciones públicamente presentadas. 

Lo que nos queda es empezar de nuevo. Como dice Carolina Sarti, la profunda Carolina Sarti: « Cuando evoco aquel momento, también vienen a mi memoria los 106 días en que los pueblos originarios pararon un país en el 2023 para apoyar a un gobierno que dibujaba esperanza. Y, por supuesto, hoy pienso que otra oportunidad histórica volvió a perderse y que no se supo aprovechar la posibilidad de reinventar un país para todas y todos». No es hipocresía que llore yo esta oportunidad perdida.

El camino que nos queda es volver a organizarnos. No debemos volver a creer en falsos líderes, que, aunque tengan un excelente papá, para dirigir no sirven. Nos queda entender la naturaleza de la verdadera organización social que sistemáticamente ha sido desplazada por una ley de partidos políticos hecha para mantener privilegios. Nos queda entender nuestra verdadera identidad, que no viene ni de la zona 10 ni de una visión centralista capitalina, aburrida y desgastada. Nos queda volver a nacer. Nos queda recoger los rastrojos de esta raquítica cosecha y entender que ni Semilla ni Raíces entenderán la naturaleza real de la pobreza, la desnutrición el racismo, el machismo, la explotación sexual de niñas, nada de eso pertenece a las agendas de los politiqueros.


Hay un enorme potencial en la organización social existente, pero hay que entenderla. Los 35,000 comités de agua, imagínese, treinta y cinco mil comités de agua, cambiarían la dirección política de este país no país. Es hora de repensar profundamente a nuestro país, para no repetir errores. Debemos entender de una vez por todas que el futuro es nuestro, no está en está falsa democracia, menos en esta desgarrada democracia, no está en los corruptos, grandes o pequeños, hipócritas. El futuro es nuestro y emergerá en el momento que creamos que es nuestro, no antes. Por eso y por mucho más volvamos a organizarnos guatemaltecos, guatemaltecas. Hagámoslo, porque si no es ahora, no será nunca. 

Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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