Los estudios sobre el agua usualmente vienen desde lo que se llama ciencias naturales, física, química, fisicoquímica, biología, ecología, pero también hay que incluir a la mecánica de fluidos, a la termodinámica, a la misma oceanografía y a otras ciencias que realmente han analizado al agua y sus características materiales, también de la geología, de la geografía, que han mapeado los espacios del agua, usualmente geólogos terrestres, pero también están los astrofísicos, aquellos que han encontrado agua en el espacio, en los cometas, en asteroides, especialmente asteroides tipo S donde han detectado agua en silicatos. ¡Qué maravilla!
Luego vienen los estudios del agua como un recurso, esto es, tecnologías del agua y productos asociados, tales como las ingenierías, ingeniería hidráulica, ingeniería civil, ingeniería ambiental, ingeniería en agronomía, ingeniería química y muchas ingenierías y tecnologías más. De estos destacan los estudios de hidrología, flujos de agua, movimientos de aguas superficial y la hidrogeología que estudia el agua invisible a nuestros simples ojos: El agua subterránea, de la que tan poco sabemos.
Ciertamente hay algunos programas ejemplares del estudio del agua, como la Escuela Regional de Ingeniería Sanitaria, ERIS, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala, USAC, que tanto ha hecho por la mejora del agua en América Latina, pero poco en la misma Guatemala, donde casi no hay plantas de tratamiento de agua que funcionen. También están los estudios ambientales que hasta hace poco hacía la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, que incluían un importante diagnóstico del agua en Guatemala. También el excelente programa de maestría en Ciencia y Tecnología del Recurso Hídrico, del Centro Universitario de Occidente, CUNOC, el campus más grande de la USAC fuera de la ciudad capital de Guatemala, Quetzaltenango y su laboratorio asociado que puede analizar más de 60 variables sobre agua, un excelente laboratorio.
Pero a los estudios de la materialidad del agua también hay que agregar los estudios sobre la naturaleza social del agua, esto es, el agua como un conector social. Aquí hay estudios desde la economía del agua, no tantos como se quisieran, pero ya hay algunos programas de postgrado en la Universidad de San Carlos y en otras universidades guatemaltecas y latinoamericanas que hacen estudios sobre economía del agua, como el programa de Doctorado en Gestión Urbana y del Territorio, de la Universidad del Valle, Cali, Colombia.
Pero los estudios menos conocidos y más importantes sobre el agua vienen de las emergentes ciencias del aprendizaje, desde la educación científica, desde las didácticas de la ciencia, la tecnología y la nueva educación en ingeniería, cuyo desarrollo aún es prematuro en América Latina y en el mundo, pero ya dice cosas importantes. Estos son los más importantes porque responden a la pregunta sobre cómo aprendemos sobre el agua, tanto como compuesto químico, como recurso energético, como recurso hidráulico, como disolvente, como medio de vida, como conector social, como agente social, como elemento fundamental en la construcción de nuestras identidades culturales, desde las perspectivas espirituales de los pueblos hasta la música, la historia, el teatro, la poesía, la verdadera construcción de identidades que el agua deja impregnada en nuestra infancia y en nuestra vida en forma de ríos, de cañadas, de océanos, de cataratas, de lagos, en los charcos en los juegos que compartimos con amigos de la infancia, de sed en el camino de la vida y de la muerte.
Las nuevas ciencias del aprendizaje, la didáctica de la ciencia ha hecho estudios fundamentales para entender la forma en que los niños y niñas conciben el agua, las fases, también los adultos. No es inmediato para un niño creer que el aire es materia. Tampoco es inmediato para un niño creer que las nubes están hechas de agua. El ciclo natural del agua ha sido tergiversado a través de un proceso llamado Transposición Didáctica, analizado en una de las entradas de esta columna mía en La hora. El problema es que al aprender de memoria las fases del agua sin entender las razones por las que se dan cambios de fase y peor aún, sin tener experimentos sobre los cambios, los estudiantes no le encuentran significado a ese ciclo natural del agua y los futuros ciudadanos tampoco entenderán los problemas sociales asociados al manejo del agua, es decir, no entenderán el ciclo social del agua en su comunidad.
Pero para eso deben conocer su comunidad. Así que hay que hacer un llamado para que las escuelas regresen a las montañas a conocer cómo «nace» el agua, cuáles son las plantas, los árboles esenciales en esos hermosos lugares de recarga hídrica que la urbanización y las mineras están decapitando. Este es un llamado para que el ciclo del agua ya no se pseudo enseñe en libros de texto descontextualizados que no insertan en sus diagramas, en sus figuras ni a los seres humanos ni a los factores que realmente hacen el ciclo social del agua. Es un llamado para poder ubicarse en las cuencas hidrológicas y caminarlas para entender a las nuevas cuencas hidro sociales que han emergido con la urbanización.
También, este es un llamado a las autoridades, tanto del gobierno, como de las universidades y del Ministerio de Educación y especialmente a la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, SENACYT, para que realmente pongan recursos en la investigación sobre el aprendizaje, en general y el aprendizaje de la ciencia, de la tecnología en particular. Pero no una ciencia reduccionista, ni una ciencia miope, ni una ciencia escolar aburrida, no. La inversión debe ser estratégica en el aprendizaje activo asociado al entendimiento del ciclo social del agua para que los alumnos de ahora, futuros miembros de concejos municipales, futuros ciudadanos, futuros profesores, futuros bomberos, futuras biólogas, futuras ingenieras, puedan tomar decisiones adecuadas para mejorar la calidad del agua, para cuidarla como debe cuidarse la vida y debe cuidarse el amor. Aun nos falta mucho por aprender, pero como dice el poeta Antonio Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar y parafraseo yo, a aprender se aprende también caminando, aprendiendo, actuando. Hagámoslo, porque si no es ahora, no será nunca.