Si bien los Estados Unidos de Norteamérica es el país que más guerras ha impulsado en el mundo y más intervenciones violentas a otros países, durante los últimos 80 años, lo que está ocurriendo en estos momentos en su propio territorio, es la demostración más profunda de la vocación autoritaria y antidemocrática de un estamento de su clase política y en buena medida de su élite económica. Esta profundización del régimen autoritario le llevará a los Estados Unidos de Norteamérica EE. UU. a su propia destrucción e implicará un grave riesgo a la humanidad.
Las políticas antimigratorias han venido sucediendo desde hace ya muchos años atrás y en la medida en la que el fenómeno migratorio crece y los países del sur sufren del embate de un modelo económico empobrecedor, los países del norte y en particular los EE. UU. han generado una serie de acciones tendientes a obstaculizar la llegada de inmigrantes a su país. Cada vez más estas políticas han ido incrementando hasta alcanzar rasgos de xenofobia, racismo y odio. Sin embargo, con la llegada al poder, por segunda vez, del republicano Donald Trump a la presidencia de los EE. UU. la situación se ha empeorado aceleradamente y ha colocado a su propia ciudadanía y al mundo al borde del colapso absurdo. Su apoyo irrestricto al Genocidio que comete Israel contra el Pueblo Palestino, su apoyo a otros regímenes autoritarios y dictatoriales como el de El Salvador y su más reciente apoyo al ataque a Irán son tan sólo algunas muestras de su profundo odio a la humanidad y en particular a quienes se oponen a sus intereses económicos.
Desde su llegada al poder, este 20 de enero, la situación para quienes habitan los Estados Unidos de Norteamérica se ha tornado en extremo difícil y en particular para la clase trabajadora. Millones de personas, muchos de los cuales provienen de América Latina, están siendo sometidos a una política xenófoba y racista, que pretende garantizar los históricos privilegios de la élite económica de ese país norteamericano. Redadas masivas, incumplimiento de resoluciones judiciales, violación a derechos humanos fundamentales de las personas, en particular de la niñez, mujeres y adultos mayores, son el denominador común de las políticas impulsadas por el gobierno de Donald Trump. A esto hay que sumar, las graves violaciones a la libertad de expresión, de reunión y manifestación pacífica, en contra de la propia ciudadanía norteamericana que alza su voz a favor de Palestina y en contra del régimen genocida de Israel. Ataques a los centros de generación de conocimiento, como a las más prestigiosas universidades del país.
Mientras todo ello ocurre, el propio Pueblo norteamericano ha iniciado a movilizarse de costa a costa, en clara oposición a la instalación de este régimen autoritario y de sus ignominiosas políticas. Nuestro respaldo, acompañamiento y solidaridad a los Pueblos que están movilizados y en clara resistencia. Ojalá y estas luchas alcancen su objetivo de detener esta locura llena de odio y violencia.