Roberto Arias

Diario La Hora y varios columnistas de este y otros medios impresos nos opusimos, en su momento, a que se realizaran las elecciones de segunda vuelta sin que se hubiera legislado una nueva Ley de Elecciones y de Partidos Políticos. Sin embargo había fuerzas de diferentes sectores, incluyendo algunas emisoras de televisión que creyeron fervientemente que Sandra Torres ganaría las elecciones y machacaban a sus oyentes que fueran a votar en la fecha prevista; en lugar de intentar allanar el camino para un cambio de fondo en Guatemala. Ni el Tribunal Supremo Electoral quiso escuchar. La colaboración que se esperaba de la población para cambiar legalmente el sistema en el Congreso no fue proporcionada y, la población perdió.

El cambio de fondo no lo va a hacer un presidente. Un presidente dirige acciones y, comete errores como humano imperfecto que es; igual que usted y yo estimado lector. Pero si comete errores y los medios comienzan a acosarlo, buscándole hasta la marca de zapatos que usa, lo único que se logrará es lo que ocurrió con Vinicio Cerezo, cuando el envidioso y resentido Mario David García hizo con “Aquí el mundo”, único telenoticiero dominante en Guatemala: Desprestigiar al Presidente. El desprestigio fue muy grande y la población “Se decepcionó”. Los ciudadanos comenzaron a despotricar contra Cerezo y quien perdió finalmente fue el país… La Nación… la población.

La población eligió a Jimmy Morales por la razón psicosociológica que se quiera argumentar. Fue electo abrumadoramente. Entonces, esa misma población tiene la obligación de darle asistencia en su gestión, precisamente porque “no tiene experiencia”, a pesar de que nadie que suba al podio presidencial ha tenido “experiencia” como presidente.

Ya lo engatusaron con lo de las medicinas vencidas. Ya le dieron la espalda con lo del Congreso. Creo que este hombre ya no sabe ni en quién confiar. Entonces, es necesario que se sienta respaldado por un pueblo que lleve la cuenta de sus errores, pero que también lleve la cuenta de sus logros iniciales, que le abrirán su mente y su camino para poder trabajar a favor de Guatemala y de los guatemaltecos, porque realmente nadie puede hacer algo sin el apoyo poblacional.

Lo que la población debería hacer ahora es llegar al Congreso con la fuerte convicción de que lo mejor es sacar a sombrerazos o a patadas a los diputados y a los trabajadores, como lo hizo este valiente pueblo antes de traer al doctor Juan José Arévalo Bermejo de la Argentina para hacerlo presidente.

El pueblo tiene el derecho y la obligación de tomar decisiones trascendentales, por su propio bien. Ya es absurdo que los listos sigan baboseando a la población decente mientras hacen cabronadas –como los acontecimientos actuales en el Congreso- que hacen llorar sangre a todos los órganos del país.

Esta es una tarea para que la organicen los universitarios, especialmente los de la San Carlos. La consigna sería darle vuelta al Congreso, como a un calcetín, antes de que los diputados saqueen completamente y le den vuelta a Guatemala.

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