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El jueves y viernes de la semana pasada, las calles de la ciudad de Guatemala se convirtieron en un gigantesco estacionamiento de vehículos. En todas las direcciones, a donde se quisiera ir, el tráfico estaba totalmente detenido. Se llegó incluso a tener el bochornoso incidente de que, en un partido de la selección nacional de fútbol, el equipo rival llegara tarde al estadio por un incidente de tránsito en el que el intransigente PMT retuvo al bus del equipo de República Dominicana, y para colmo, el vocero de dicho cuerpo policial salía informando en redes que su PMT está en “todo”. Verdaderamente ridículo.
El alcalde actual, aunque lo niegue, ha sido parte integral del problema, no de la solución. Ha sido parte de la administración edil desde 2003 como síndico primero, luego desde 2008 como concejal primero hasta tomar posesión como jefe edil en 2018 relevando al alcalde Arzú, luego de su fallecimiento. En la última elección ganó a su rival Roberto González por la pírrica suma de 423 votos. Menos del 25% de los vecinos de la ciudad capital votaron por él.
La política arzuísta con respecto al tráfico nunca fue empática con el vecino. Salga una hora antes, solía decir con arrogancia el señor Arzú, como que el problema de desplazarse por la ciudad era de uno como vecino, y no de él, como alcalde. La ciudad creció sin planificación y sin ningún tipo de ordenamiento urbano, menos con una visión que pudiera abarcar a los municipios aledaños en un distrito metropolitano para resolver de forma conjunta, no aislada, los problemas de tráfico, agua, recolección de basura, saneamiento y salubridad. El alcalde Quiñónez fue parte de esa miopía que cegaba a su antecesor, lo acepte o no.
Lo peor no es que se exacerba el problema del tráfico mes con mes. Lo peor de todo es que no hay soluciones reales, ni voluntad de este alcalde para buscarlas. Leía hace poco en una publicación del medio EL CEO, cuáles eran los sistemas de metro más extensos de metro en Latinoamérica, siendo la ciudad de México (201 km), Santiago de Chile (140 km) y Caracas (106 km) las ciudades latinoamericanas que cuentan con más kilómetros de red operativa. En el caso de Sao Paulo, cuenta con 377 kilómetros, la más extensa, si se incluye a la Companhia Paulista de Trens Metropolitanos, red privada de trenes que opera en el área metropolitana de Sao Paulo. Guatemala no tiene un solo kilómetro de metro, a pesar de haber tenido un ferrocarril que atravesaba el departamento de Guatemala, no sólo la ciudad, de norte a sur. Jamás existió voluntad de parte de Arzú, o Quiñónez (su mano derecha) para habilitarlo.
Actualmente tampoco existe voluntad por parte de las autoridades ediles. Que yo sepa, no se tiene contemplado ni presupuesto, ni unidades ejecutoras para llevar a cabo los proyectos de metro, aerómetro ni anillo metropolitano, menos un transporte colectivo eficiente desde los municipios a la ciudad capital.
Parte de este problema, en mi humilde opinión, es cultural. Al no haber tenido la oportunidad (o la cultura) de utilizar transporte colectivo desde pequeños, varias generaciones nos hemos acostumbrados a movilizarnos individualmente en carro, en vez de utilizar transporte colectivo. Es obvio que la inexistente seguridad pública juega un papel fundamental en este tema. Esto último lo hemos comentado en varias comunicaciones con un estimado lector.
La única solución es diseñar y construir sistemas de transporte colectivo EFICIENTES Y SEGUROS, en los que las personas podamos viajar de nuestras casas a nuestros trabajos sin que nos asalten dentro del transporte, o en el trayecto que uno camina.
Y, por supuesto, el alcalde y su equipo deben tener la voluntad para ejecutarlo.