Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Guatemala es especial y de eso no cabe duda. El Congreso de la República, quizá el organismo más desprestigiado del Estado gracias a las actuaciones de muchos de sus representantes, pasa desapercibido en el radar de los guatemaltecos que no atinan a entender que en el Legislativo está la llave para un eventual cambio de sistema político.

Y hay que endilgarle mucha culpa a la indiferencia social, pero en parte hay que reconocer que también este nuevo Ejecutivo y su presidente, Jimmy Morales se las han puesto demasiado fácil a los legisladores.

Lo primero fue cuando en noviembre FCN-Nación dijo que se retiraban de la discusión del presupuesto porque “confiaban en los diputados”; fue la salida más elegante que encontraron para no decir que, como no tenían equipo y no entendían ni jota de lo que estaba pasando, era mejor aplicar aquel dicho que “un tonto callado pasa por sabio”.

Lo que presentó Morales al Congreso, pidiendo bonos y pidiendo que se modificaran las fuentes de financiamiento para el dinero del MP, OJ, Usac entre otros, demostró que la confianza de Morales en el legislativo le pasó una factura tremenda porque le dejaron un presupuesto con rubros inejecutables.

Luego, cuando las cosas se empezaban a poner un poco, lea bien, un poco más interesantes en el Congreso, Morales y el Ejecutivo se vieron envueltos en un problema por lo de las medicinas vencidas; escándalo que ellos mismos multiplicaron porque en lugar de señalar a los donantes, pedir disculpas y reconocer que los timaron, se pusieron a defenderlos a capa y espada y a enredarse más cada vez que quería defender lo indefendible.

Qué decir de la ministra Sherry y otros nombramientos, porque en lugar de decir, “miren señores, la verdad es que me costó mucho armar mi equipo porque ofrecí a mucha gente y me mandaron por un tubo y en casi todos los casos me tuve que quedar con lo que había” y reconocer que ese es un problema de todos los partidos y que por eso mismo es que las reglas deben cambiar, optó por defender a la ministra quien, encima de todo, luego lo puso en un brete con lo del momento en que la nombraron.

Y la más gloriosa hasta la época, el tema de los diputados tránsfugas. Resulta que ni el Presidente ni los brillantes diputados de FCN entendieron que ellos no necesitaban caer en el asqueroso juego del Congreso, sino necesitaban actuar con transparencia y apelar a que la sociedad hiciera su chance para presionar a un Congreso que solo responderá cuando de verdad sientan que serán depurados por una sociedad harta y asqueada porque no atienden las grandes necesidades y problemas del país.

Y no solo no entendieron, sino que una vez más se pusieron a defender lo indefendible y a querer tapar el sol con un dedo diciendo puras babosadas. Hay gente que dice que Morales no lleva ni el mes y que se le dé tiempo, pero ha sido lo suficientemente capaz para lograr en un plazo tan corto, confirmarse como un tropa de la vieja política, a la que además le cedió mucho poder desde un inicio y con la que ahora se pelean a los diputados tránsfugas. El Presidente no entendió la moraleja.

Gracias a los errores de Morales y en virtud que la gente no atina o no quiere despertar y no desea que su enojo se convierta en acciones que nos lleven el cambio, Morales se ha puesto todos los reflectores y le ha dado sombra y aire a un Congreso que apañado por la embajada gringa, se atora de la risa de ver los problemas y fuegos que le aparecen al inquilino de Casa Presidencial, mientras se alistan para que nada cambie.

Llevamos solo un mes, pero si seguimos así, ojalá Dios nos agarre confesados.

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