Pareciera que Guatemala no despierta, pues desde hace más de cuatrocientos cincuenta años ha recibido de forma sistemática el influjo político y religioso que ha generado la aceptación de lo que hacen, inventan y someten los verdaderos dueños del país; naturalmente, con el fin de que se agache la cabeza y se acepte o diga amén a los actos administrativos y políticos de quienes han dirigido el destino de este territorio y población.

La conciencia mágica popular ha existido debido a los influjos que hemos descrito, la gente se explica los acontecimientos naturales, políticos, económicos y sociales en términos de magia, mitos o poderes que van más allá de su comprensión y control, debido obviamente a la ignorancia de la mayoría durante muchísimos años.

En la vida diaria, las personas son explotadas en sus centros de trabajo y al saberse dependientes de quienes los tratan con autoridad o poder pues lógicamente les temen y tratan de complacerlos; se conforman con la autoimagen que de sí mismos se les ha transmitido durante muchísimo tiempo por quienes están “sobre” ellos: se consideran inferiores, incapaces de manejar las habilidades e ideas de las personas que creen ser “mejores”.

Algunas veces, las personas que tienen conciencia ingenua tienen un entendimiento incompleto y su objetivo es adaptarse a las situaciones y circunstancias en que se encuentran; por tanto, siguen aceptando los valores, reglas y orden social de quienes están “arriba” como autoridades, patrones de las fincas, empresas o que tengan una jerarquía religiosa.

Estas personas confieren las dificultades de los sectores pobres de la sociedad a su “ignorancia y falta de ambición”; sin embargo, no hacen ningún intento por conocer de forma crítica las circunstancias y no intentan cambiar el orden social.

Pero existen las personas con conciencia crítica que principian a cuestionar esos valores, reglas y expectativas transmitidas por quienes ejercen control; descubren que no son las personas, entienden que es el sistema social en sí mismo el responsable de la desigualdad, la injusticia y el sufrimiento; además, aprenden que el sistema está establecido para beneficio de unas pocas personas quienes viven y se enriquecen a costa de otras, y aun así, descubren que, quienes ejercen el poder son débiles en alguna manera.

Los diferentes niveles de conciencia establecen tres grandes perspectivas: la primera es que de la conciencia pasiva pasa a la conciencia que cuestiona; la segunda es que, de la conciencia que cuestiona pasa a la conciencia analítica, y la tercera es que, esta última pasa a la conciencia crítica activa.

Por lo anterior, las personas principian a tener acceso a la información y experiencias diferentes a las de su entorno familiar y laboral por lo que empiezan a confrontar y responsabilizar, así como a reafirmar su valor propio y su potencial para el cambio, desarrollan su análisis crítico, descubren que la identidad de una mujer es una construcción social, cultural, económica y política y no es un destino marginal y subordinado predeterminado imposible de cambiar.

De todo lo anterior, se colige una pregunta: ¿Cuándo terminará de despertar la población guatemalteca? los interludios sociales revolucionarios que se han vivido social y políticamente no han sido suficientes para despertar una conciencia firme y solidaria que pueda brindarle a la población el destino que se merece, no por limosna ni porque sea gratis, simple y sencillamente, porque de una u otra forma se pagan los impuestos correspondientes.

Tratemos nosotros mismos de hacer conciencia social para dejarle a nuestros nietos y futuras generaciones un país con funcionarios honrados, dignos y, además, capaces; en contraposición con los que han gobernado durante los últimos cuarenta años a Guatemala para esquilmarla aún más.

Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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